(Dedicado a
ti Fernando Esteban Larrinaga Robles porque tu cumpleaños es hoy, pero también
mañana y ayer donde el 2 de julio es música que cada día nos alumbra sintiendo
que, por proyecto de Dios, naciste entre nosotros).
Traigo entre las manos las sandalias para agua como tesoro de ayudar a sentirse bien. Todavía no me las he puesto, pero ya presiento su “anfibia” comodidad. Estas sandalias se las heredé a mi amigo Martín Mérida y ese acto me causa alegría, pues bien pueden serle útiles para senderear en el agua. Martín insiste en que a mis sandalias le han brotado raíces y, por tanto, las ha sembrado en el terreno donde brotan historias y poemas. ¡Está bien! Pero, ahora le pertenecen aunque él me ha dicho ¡Estas sandalias para agua son tuyas!”.
Convengo con
Martín cuando insiste en que los pies tienen historia y él está relatando una
novela donde soy el protagonista principal. Novela donde son importantes todos
los detalles.
Me pondré un
momento estas preciosas sandalias para agua sólo por sentir la sensación del
confort humano. Justo cuando comienzo a ponérmelas, desde su escritorio mi
madre revisa algunos papeles. Me gusta ver a mi mamá anotando yo sé que no son
sólo números o letras, pues en esos números y/o letras va dejando su corazón.
Mientras trabaja, se encuentra escuchando las canciones que me siguen gustando.
Al respecto, hace unos días le dijo a Oralia: •Estoy escuchando la música que
le gustaba a Fer (pero en su interior expresó: corrijo, estoy escuchando la
música que le gusta a Fer y en este momento canta Chris Martin del grupo de
rock alternativo Coldplay).
Amo mis
sandalias para agua de color rojo con negro. Las amé desde que leì en una
promoción donde decía luego de anunciarse la marca: “Agarre y protección dentro
y fuera del agua para moverse sobre rocas mojadas, lechos de ríos, canoas,
kayak. Sandalias excelentes para las transiciones.”
Acabo de
ponerme la correspondiente al pie izquierdo. Y para ese efecto, primero metí el
dedo gordo en el dedo de la sandalia, así se acomodan más rápido los otros
cuatro. En ese lapso, sin dejar de ponerme atención, mi amigo Martín Juega con
Rocco mi perro a quien también le dieron permiso desde el Cielo para visitarlo
en este sueño lúcido. Martín me dice desde el lugar donde juega con el perro:
Si gustas te puedes llevar tus sandalias al Cielo. ¡Son absolutamente tuyas! Yo
me pongo a reír al unísono con Martín.
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