Guadalajara, Jalisco.
Febrero 20 de 2014.
Carta abierta.
Querida
amiga, Lolis:
Es en lo absoluto bella la canción “Flume”
de Bon Iver. Y Fernando Esteban Larrinaga Robles, al brindártela, una y otra vez
quiere ser experimentado como hijo de
una madre única, bella y especial. Porque Fer se para frente a la realidad de
carne, vida, mundo y espíritu, constituyéndote, e ipso facto se siente
involucrado contigo. En breve: tu hijo —como bien sabes— se siente amado por ti (amado en el profundo misterio de esa expresión de rebasar palabras
y solipsismos). En efecto, por ello Fer ahora y aquí, y más allá como más acá, se
siente uno con el universo al constatarse amado. Porque tanto el Cosmos como la Luz de nuestro asombro, serían nada si
faltara el amor. Por eso el Gran Creador nos hizo para el proyecto de devenir
humanos de amor y porque sin ese
fundamental ingrediente nos reducimos a polvo. Sin el amor el Cosmos y la Luz
–y el misterio atrás de la Luz—desaparecerían.
No obstante, Lolis: la estructura de ser hijo de una formidable mamá
como tú no se queda en el solipsismo (léase egocentrismo) pues es horizonte
fundamental que a Fernando Esteban
levanta para ser un ser único e irrepetible para los demás. Al respecto, Fer explica:
Soy amado –me aman—por consecuencia es ese el camino de levantarme para amar a los otros y todo lo demás.
Hoy, querida amiga, me permito
dejarte aquí mi traducción de la canción FLUME. Canción de tanto encantar a Fernando Esteban. Por consecuencia, la traducción es
responsabilidad mía, atreviéndome a sentir lo que mi amigo dice a través de
esta mediación. Y toda vez que tengo certeza de haber escuchado el trasfondo de esta bella canción de Bon
Iver.
Ya casi para decirte hasta pronto, me
permito insistir: El amor que llevas dentro para Fernando Esteban, es amor que, como árbol, florece en compromiso social (sino no sería amor.
Porque sólo así, dice Fernando Esteban, al unísono de FLUME: “de orilla a orilla me muevo
en el agua”). Y ese amor hace y hará,
para mayor alegría de mi amigo, que día con día lo experimentes como presencia
inmortal y habitante de la casa del Gran Creador. Porque, insiste Fernando
Esteban sintiendo lo que un ser inteligente recupera del instante de su
nacimiento:
FLUME
“Soy para mi madre de sus ojos el
niño, y eso es suficiente. Con toda
claridad se puede ver en
la ropa que porto. Ahora ya lo sabes: sólo el amor puede ser de ese color marrón.
Lo anterior se siente cual ternura de pegajosas
plumas en la estrechez. ¿Sabes?.. El útero es como el cielo y la luna
es como mi madre. Por consecuencia: soy
como mi ella. Ella y yo somos uno mismo… Entonces, de orilla a orilla me muevo
en el agua. Nada más porque sólo el amor puede ser de color marrón.
Mientras bebo de los lagos, como una
criatura silvestre, abandonando el hilo
de unión (marrona unión): sólo el amor puede ser de ese color. Color como pegajosas plumas pasando por lo estrecho.
En efecto, el útero es como el cielo, y la luna es como ella”.
Lolis:
Recibe mis bendiciones y un abrazo grande.
Martín Mérida.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario