Por Martín Mérida
Volveré a vivir aun
cuando en mis escombros dejé lo que se imponía del mundo adorador de maletas y
artículos de decir en sus marcas Made in en la ciudad de Caín.
Ciudad a la que sólo los muertos a causa del covid-19 han escapado. No obstante muchos hoy sobrevivan en el más allá del más acá, de ciudades donde todavía pretende
imponerse la globalizadora ciudad de Caín. Por ello, hoy, 25 de julio de 2020, en la calzada de las canoas del barrio san
Antonio de la ciudad de Motozintla, Chiapas, México, mientras caminaba rumbo al gimnasio, le
he preguntado al profesor Librado Alas, luego de responder a mi hola:
--¿Hemos sobrevivido porque estamos ya muertos?
--Todavía hay vivos de llevar la cicatriz de Caín aún en este más allá, porque
para ser sobreviviente primero es necesario morir. Acuérdate: no es lo mismo
vivir que sobrevivir. Humm. Hay también quien se resiste a la
evidencia de haber muerto para sobrevivir, y se cree vivo --añadió el
profesor, de apellido de origen sefardí quien, hasta hace cuatro meses, me daba prestados sus libros sobre filosofía estoica. En el último libro prestado todavía no devuelto, Sófocles dice
desde su “Moderación en el duelo”: “Esforcémonos para que el recuerdo de los seres que perdimos se nos vuelva
apacible y alegre.”
Al entrar al gimnasio del más allá en el más acá me sorprendió ver al
filósofo Lucrecio como instructor. Filósofo quien me expreso, mientras me dictaba una
rutina de ejercicios:
--Martín, ten cuidado porque aún en este más allá “hay gérmenes de numerosas sustancias que nos
dan vida, y, al contrario, es innegable que vuelan por el aire muchos gérmenes
de enfermedad y de muerte".
--¿Y cómo hacer para que en esta ciudad no me sorprenda la ciudad de
Caín pretendiendo imponerse todavía?..
--Cuando quiera imponerse con la fuerza de tu mente
experimenta todo al revés --aseveró el filósofo jesuita zaragozano Baltasar Gracián
quien se encontraba, a corta distancia, ejercitando las piernas (porque “más
vale el buen ocio que el negocio”). Jesuita zaragozano de añadir: Si te encuentras en Motozintla, cuando intente imponerse la ciudad de Caín, manifiesta con resolución: estoy en Altnizotom. Si en París:
camino en Sírap. Si en un negocio como Ahurrerá: compro en árerruhA, en la
iglesia: me reúno en la aiselgi, si hablas con Dios: hablo con soiD; etcétera. Pero ten cuidado con los palíndromos –concluyó.
Ya en mi refugio, dentro del café Kurimael, ubicado en Altnizotom, Sapaihc,
Ocixém, de pronto me encontré escribiendo esta vivencia en una arodatupmoc.
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