Monterrey, Nuevo León.
Escribo desde un salón cuya arquitectura parece revelarse como mitad cine de pueblo y mitad sala de conferencias estilo ONU. El salón es viejo y nuevo. Es un salón más entre las instalaciones del Tecnológico de Monterrey, en Monterrey, Nuevo León. No olvido que esta institución fue fundada en 1943 y es razón por la que aquí convergen edificios de ese inmediato ayer delatándose en el hoy. Estoy aquí porque me encargaron desde el TEC, campus Guadalajara, tomar el Taller para el Debate Ético en el Aula. Mientras me encuentro en esta real-realidad, mi corazón parece gritar: ¡Faltan pocos días para mi cumplir años sobre la tierra! Ante estas circunstancias: ¿cómo me vivo?.. Bueno, uno a cada instante se encuentra fruto del devenir tanto de los botones presionados con permiso de nuestro libre albedrío, como de las palancas movidas dentro de un contexto socio-político-cultural con gran peso dentro de nuestras frágiles neuronas cerebrales. Por fortuna, antes de que cante un gallo, la fragilidad se vuelve la fuerza más grande y comenzamos a considerar el destino personal histórico al que se puede burlar si a uno se le pega la gana. Aunque a veces burlar este tipo de destino nos haga brotar considerables golpes y raspaduras. ¿No?.. Por otra parte, mejor salir aporreado y raspado que dejarse ser pisoteado. En resumen: uno suele mirarse entre convergencias y virajes dentro de la realidades sociales, y porque, además, como dijo don José Ortega y Gasset: “El hombre es él y sus circunstancias…”
En gran porcentaje no estoy arrojado aquí, pues viene con los pies de mi íntimo consentimiento; menos mal. Estar sobre este terreno hace experimentarme rodeado por más de treinta profesores pertenecientes a diferentes Campus del TEC. Campus instalados en muchas ciudades del país. Afuera: las montañas derivan un ensueño tan otro que ya me dan ganas de subirlas.
¿Todo mundo se sentirá rodeado por los otros como aquella historia de los gatos: “Estos eran cuatro gatos/cada gato en su rincón/ cada gato ve tres gratos…?" Aunque los conozco bien, debido a su misterio no sé con exactitud sobre la manera de conocer de los gatos; pero necesito reconocer que los humanos no podemos ser, vivir ni existir sin las redes echadas en la mar de los otros. Dicho lo anterior, a partir de este momento, no me siento en ningún rincón sino en mi altura y a cada uno los veo desde su altura (no me refiero a la estatura; ustedes lo saben) aunque de vez en cuando me da por maullar y en otras ocasiones por rugir y realizar virajes de ese tipo (muchas veces también me he convertido en mago, equilibrista y hasta en domador de circo).
Desde mi altura observo al profesor Galo Bilbao Alberdi quien ha llegado de la universidad de Deusto, España, con expectativas definidas en los objetivos: Formular los contenidos de teoría ética, definir una metodología básica y establecer un proceso de organización. ¿Lograremos aterrizar?.. No lo sé, pues a lo mejor agarraremos tanta altura hasta instalarnos en el territorio donde la tierra ya no es metapunto… ¿Cómo saberlo si apenas es el primer alba de los cuatro días que durará este vuelo? Conocer un poco la biografía del profesor Galo me inspira confianza, pues es un hombre comprometido con las causas sociales y, además, es intelectual escritor de temas éticos apasionantes: memoria y tolerancia. En efecto, sus escritos me hacen recordar mi reciente libro de poesía: “El viaje que no elegimos;” libro donde pretendo que hable el Auschwitz que llevamos dentro.
El vuelo ha comenzado con una pregunta: “El debate ético: ¿se produce o no en el aula?.. y un viento fuerte ha sacudido esta sala haciendo que mis compañeros profesores (¿algunos con miedo?) comiencen a proporcionar sus respuestas con afán de querer equilibrar su estancia en estas fechas y en esta dialéctica travesía del horizonte de nuestras esperanzas.
Escribo desde un salón cuya arquitectura parece revelarse como mitad cine de pueblo y mitad sala de conferencias estilo ONU. El salón es viejo y nuevo. Es un salón más entre las instalaciones del Tecnológico de Monterrey, en Monterrey, Nuevo León. No olvido que esta institución fue fundada en 1943 y es razón por la que aquí convergen edificios de ese inmediato ayer delatándose en el hoy. Estoy aquí porque me encargaron desde el TEC, campus Guadalajara, tomar el Taller para el Debate Ético en el Aula. Mientras me encuentro en esta real-realidad, mi corazón parece gritar: ¡Faltan pocos días para mi cumplir años sobre la tierra! Ante estas circunstancias: ¿cómo me vivo?.. Bueno, uno a cada instante se encuentra fruto del devenir tanto de los botones presionados con permiso de nuestro libre albedrío, como de las palancas movidas dentro de un contexto socio-político-cultural con gran peso dentro de nuestras frágiles neuronas cerebrales. Por fortuna, antes de que cante un gallo, la fragilidad se vuelve la fuerza más grande y comenzamos a considerar el destino personal histórico al que se puede burlar si a uno se le pega la gana. Aunque a veces burlar este tipo de destino nos haga brotar considerables golpes y raspaduras. ¿No?.. Por otra parte, mejor salir aporreado y raspado que dejarse ser pisoteado. En resumen: uno suele mirarse entre convergencias y virajes dentro de la realidades sociales, y porque, además, como dijo don José Ortega y Gasset: “El hombre es él y sus circunstancias…”
En gran porcentaje no estoy arrojado aquí, pues viene con los pies de mi íntimo consentimiento; menos mal. Estar sobre este terreno hace experimentarme rodeado por más de treinta profesores pertenecientes a diferentes Campus del TEC. Campus instalados en muchas ciudades del país. Afuera: las montañas derivan un ensueño tan otro que ya me dan ganas de subirlas.
¿Todo mundo se sentirá rodeado por los otros como aquella historia de los gatos: “Estos eran cuatro gatos/cada gato en su rincón/ cada gato ve tres gratos…?" Aunque los conozco bien, debido a su misterio no sé con exactitud sobre la manera de conocer de los gatos; pero necesito reconocer que los humanos no podemos ser, vivir ni existir sin las redes echadas en la mar de los otros. Dicho lo anterior, a partir de este momento, no me siento en ningún rincón sino en mi altura y a cada uno los veo desde su altura (no me refiero a la estatura; ustedes lo saben) aunque de vez en cuando me da por maullar y en otras ocasiones por rugir y realizar virajes de ese tipo (muchas veces también me he convertido en mago, equilibrista y hasta en domador de circo).
Desde mi altura observo al profesor Galo Bilbao Alberdi quien ha llegado de la universidad de Deusto, España, con expectativas definidas en los objetivos: Formular los contenidos de teoría ética, definir una metodología básica y establecer un proceso de organización. ¿Lograremos aterrizar?.. No lo sé, pues a lo mejor agarraremos tanta altura hasta instalarnos en el territorio donde la tierra ya no es metapunto… ¿Cómo saberlo si apenas es el primer alba de los cuatro días que durará este vuelo? Conocer un poco la biografía del profesor Galo me inspira confianza, pues es un hombre comprometido con las causas sociales y, además, es intelectual escritor de temas éticos apasionantes: memoria y tolerancia. En efecto, sus escritos me hacen recordar mi reciente libro de poesía: “El viaje que no elegimos;” libro donde pretendo que hable el Auschwitz que llevamos dentro.
El vuelo ha comenzado con una pregunta: “El debate ético: ¿se produce o no en el aula?.. y un viento fuerte ha sacudido esta sala haciendo que mis compañeros profesores (¿algunos con miedo?) comiencen a proporcionar sus respuestas con afán de querer equilibrar su estancia en estas fechas y en esta dialéctica travesía del horizonte de nuestras esperanzas.
Mientras escribo, mi amigo Sócrates el hijo de Faenarete y Sofronisco ha entrado a esta sala. No me extraña, pues me explicó que haría oídos sordos a los temores de Xantipa, su esposa (Xantipa tiene miedo debido a la situación de inseguridad en Monterrey y a mi amigo le dijo con fiereza: ¡Viejo: no te olvides que el día 19 de marzo de este 2010, en la entrada del TEC mataron a los estudiantes Jorge Antonio Mercado Alonso y Javier Arredondo Verdugo!.. ¡Por favor!: ¡Viejo!: ¡Ya en Atenas te obligaron a beber la mentada sicuta y no quiero que te vuelvan a matar!.. ¿Eh?..) y, en verdad, cumplió la promesa que me hizo mientras tomábamos un café en la sala de mi casa allá en Guadalajara, Jalisco: apoyarme en una parte de esta jornada. Sócrates ha llegado con su desafiante serenidad y su microfísico poder corporal (microfísico poder que no abandona la sonrisa… ¡Ah!: microfísico fue el poder del pequeño David que resquebrajó la cabeza al macrofísico Goliath). Al pasar por el pasillo de la sala mi fiel amigo Sócrates me ha guiñado un ojo y le he correspondido entrando ambos en analéctica complicidad.
Sócrates se ha sentado en el ala derecha muy cerca del alimentador eléctrico porque porta una Laptop cuya marca es Oráculo de Delfos. Esa maravillosa marca me da un poco de envidia porque la mía es una DELL. (Humm, aquí entre nosotros, contaré un secreto: a mi Lap le falta ya muy poco para convertirse en una completa Oráculo de Delfos).
Sócrates,
La presencia del Filósofo que nació por primera vez en Atenas, me hace sentir reconfortado. Con su mirada situada en el ahora, Sócrates lo ha trastocado todo.
Mientras este filósofo --que sabe meter la filosofía hasta dónde los enforrados “especialistas” protestarían-- veo que también ha llegado el filósofo Emmanuel Lévinas quien me saluda con un sutil gesto. Emmanuel se posiciona cercano a Sócrates. Sé de sobra que son amigos a pesar de las diferencias. Amigos de fundamentalmente compartir el respeto ante las revelaciones del otro. Con Emmanuel acordamos vernos aquí mientras me enseñaba una técnica respiratoria cuando trotábamos en el parque Metropolitano de Guadalajara.
Emanuel Lévinas.
El taller comenzó a las nueve y quince minutos y ahora el tema versa sobre la diferencia entre Ética y Moral y la parte donde se explica lo de reconocer el argumento del otro por la razón suficiente que conlleva, me hace comprender la insistencia del profesor Galo respecto a la fraterna convivencia a lograr si en lugar de esperar convencer a los otros, fuéramos capaces de proporcionar suficientes razones y todos también ejerciéramos de reguladores, para llegar a las ultimidades, sin necesidad de que el otro tenga que asumir nuestras posturas y viceversa.
Hace frío aquí adentro aunque afuera el sol retumbe. Pudiera en este momento pedir una pausa en la discusión que ahora versa sobre la diferencia entre el razonamiento moral y ético; una pausa para ver la posibilidad de bajarle un poco a lo frío del acondicionado aire, pero mi estilo de vida prefiere, al menos hoy, plegarse al dicho: “En tierra que fueres haz lo que vieres; así que mejor voy por un café incondicional.
Monterrey, Nuevo Léon.
25 de mayo del 2010.
Monterrey ha llovido: huele a humedad y las calles espejean un cielo donde el sol mira, con cara de pillo, a través de las cortinas. ¿Volverá a salir con su fuerza abrazadora o se mantendrá así, tras esos trapos que pronto se convierten en dinosaurios, dragones, arcángelas y arcángeles.?
Hoy en el salón mitad sala de cine de pueblo y mitad sala de la ONU, tres palabras han desapresado el tiempo: REALIDAD—RESPONSABILIDAD—RESPUESTA. Estas palabras comienzan con R, por ello me gustan. La R siempre me ha parecido dispuesta a darle una patada a lo innecesario para seguir siendo humano o, mejor dicho, para dejar de serlo y comenzar a vivirnos mejores que buenos: Justos y solidarios. La R es tan bella que cuando alguien ha intentado regañarme (regañan los ciegos de mente cuya imbecilidad no les permite ver las puertas del diálogo… Regañan los estudiados en las aulas de Hitler) para mis adentros canto la canción que aprendí en mi infancia:
Erre con erre cigarro
Erre con erre barril
Qué rápido corren los carros
Llevando el azúcar del ferrocarril.
Mientras, poco a poco, voy transcurriendo en este ahora, percibo que, ya pasados los minutos concedidos para el recreo: Sócrates y Emmanuel Lévinas no han llegado y no me parece tan extraño porque sé que tarde o temprano, llegan. Hoy desayuné con ellos y hablamos de intensificar más nuestros ejercicios porque el seis de junio correremos el medio maratón “San Javier.” Me parece que a estos filósofos los dejó el camión porque hoy bajamos a desayunar un poco tarde (a las 7:40 A. M) y la hora de llegada a las instalaciones del TEC fue a las nueve. No lo había mencionado: estamos instalados en el NOVOTEL y hay una buena cantidad de kilómetros para llegar de ahí a este sitio. Un Novotel debería tener buenas nuevas, y aunque es bonito y cómodo éste no es más que un Novotel. Con toda seguridad Sócrates y Emmanuel Lévinas fueron a correr al parque Rufino Tamayo; parque situado a pocos metros de nuestra residencia fugaz. ¡El parque es tan bello que me regaló un recuerdo!
En este nuevo día en el Taller de Ética comenzamos a discurrir sobre acontecimientos morales siempre presentes y, por supuesto, también reflexionamos sobre el aspecto que alude a la reflexión de esos aconteceres. Reflexión imposible de abandonarla sólo en manos de “especialistas” en ética. Dentro de esta perspicacia: el profesor Galo Bilbao nos ha ofrecido un esquema donde se resaltan maneras de resolver hechos concretos acontecidos en el aula; presupuestos éticos implícitos en el ejercicio de la disciplina académica; acontecimientos pasados, históricos, vinculados a la materia; análisis de textos propios; acontecimientos sociales relevantes en la actualidad; etcétera.
Junto a mis compañeros (as) en el último día del viaje que es también el primer día.
Junto a mis compañeros (as) en el último día del viaje que es también el primer día.
Acaban de llegar Sócrates y Emmanuel Lévinas y, en efecto, por sus gestos puedo comprender que les dejó el camión. Y, así fue. Sócrates ha pasado a decirme a la oreja que, gracias a ese pequeño atraso, el taxista informó sobre la balacera reciente en un centro comercial y sobre un muchacho asesinado justo en ese lugar. Y si Sócrates da gracias, es porque les interesa el profundo estudio de la inseguridad en México y, junto a Lévinas, está realizando investigaciones al respecto. Sócrates me sugiere también que no me vaya a comportar como insensato y no olvide la razón de fondo en mi íntimo acto de estar aquí tomando un taller de Ética. Capto el sentido de su recordatorio; sentido que comparto: ¿De qué sirve la reflexión ética sino se centra en lo que en verdad nos sucede y pasa? ¡Maldigo a la ética, y a su madre, si se convirtieran en vil juego abstracto de quienes se enforran con conceptos y títulos o en cualquier forro de hacer imposible la verdadera develación del otro.
En este momento el profesor Galo se está extendiendo en la explicación de la no visceralidad en el transcurso de un debate para que, en esta forma de diálogo, no se vulneren normas de justicia. Luego vendrá lo de la importancia de diferenciar razonamientos morales de los propiamente éticos y aquello del uso del método analítico. Y, de pronto, miro como Sócrates y Emmanuel Lévinas poco a poco se convierten en humo. Mientras pasan el proceso de aparentemente desaparecer por completo, Emmanuel Lévinas me explica con señales sin significado para los que sólo buscan significados, que asistirán a un congreso de filósofos muertos donde el tema será “Lo posible de lo imposible en el hecho de morir”. El tema me interesa, pero asumí el compromiso de estar por completo aquí durante los días del taller y hoy no se me pega la gana convertirme en humo. ¿Vendrán mañana?.. No lo sé; no nos pusimos de acuerdo respecto a esa posibilidad; en todo caso los invité a celebrar mi cumpleaños (celebración que se adelantó dos días porque mi cumplir años cae en día laboral. Pero mis dos amigos filósofos un poco con cinismo –bien recibido-- me dijeron que también vendrán a celebrar el mismísimo día de mi nacimiento).
Monterrey, Nuevo León.
Monterrey, Nuevo León.
Mayo 26 del 2010.
“La voluntad no puede recibir la orden de otra voluntad a no ser que se encuentre dicha orden en sí misma. La exterioridad del mandato no es más que una interioridad. Si la orden es contraria a la razón, chocará absolutamente con la razón.”
Emmanuel Lévinas
“La voluntad no puede recibir la orden de otra voluntad a no ser que se encuentre dicha orden en sí misma. La exterioridad del mandato no es más que una interioridad. Si la orden es contraria a la razón, chocará absolutamente con la razón.”
Emmanuel Lévinas
Ayer soñé las palabras de Emmanuel Lévinas vueltas pista para caminar y correr. Tan intenso fue el sueño que las he colocado aquí a manera de epígrafe; palabras que E. Lévinas también supo colocar en su libro La realidad y su sombra (2001). E. Lévinas es muestra clara de cómo una ausencia se puede volver presencia o, dicho con exactitud: una ausencia es presencia. Ni él ni Sócrates llegarán hoy a este espacio mitad cine de pueblo y mitad sala de la ONU, pero de todas maneras están aquí.
Hoy es 26 de mayo y no es un día cualquiera, tan no cualquiera es que me sumergí en el agua de la tina de baño para conversar un poco con el agua. Lo hice después de realizar ejercicios de estiramientos porque ayer corrí en el parque Rufino Tamayo y no me dio tiempo de estirarme después de correr a causa de la lluvia que cayó con su sagrada forma de comportarse. Y el agua me dijo sin decir lo que ya estaba impreso en mí. Y el agua me hizo llegar a lo imposible que ya comenzaba a extrañar. El agua y yo tenemos un pacto de representación, comprensión y construcción de un mundo cifrado en la justicia.
Aquí ya no hace tanto frío ni el incondicional café sabe mal. Me experimento re-energetizado. Además de las bendiciones del agua, ¿mi bienestar se deberá también a que el profesor Galo está tocando el tema de la hermenéutica como método interpretativo y este camino me ha ayudado en mis cursos, pues, desde hace mucho, he apostado porque el texto más bello es la realidad del otro?.. Del otro que jamás podré agotar; el otro con su resto de extrañeza; el otro extraordinario océano-continente de lo nuevo.
Mañana se habrá acabado el taller, mañana me embarcaré en otro ahora y habré de experimentarme otra vez en el avión que, a pesar de estrecho, tiene panza y hoy no sé si las azafatas serán amables o si quien estará a mi lado tendrá buen humor… Pero… ¡Qué demonios me importa el mañana! El mañana se puede ir al infierno junto a ese falso presente predicado por los dulces profetas del derrumbe. El presente sí, pero sin cortapisas como me lo dijo Emmanuel Lévinas (2001): “El pasado es un presente por desatar y el futuro es un presente por venir.” Invoco ese presente… Quiero estar en ese presente… Estoy en ese presente… ¡Ojalá!
Afuera llueve. Adentro también, un poco, aunque no se note. Y no me refiero a lágrimas; simplemente llueve porque lo he visto afuera y he traído la lluvia como se transporta una canción que no sale de los labios.
Bajo la lluvia caminé porque como el elefante del libro de José Saramago: El viaje del elefante: “Uno termina llegando donde le esperan”. Voy a explicarme: en el tiempo libre del taller, junto a La profesora Patricia Venegas Santiesteban y la profesora Lucero Miranda, fui a visitar la librería Gandhi; libreria que está casi dentro de las instalaciones del TEC y, justamente, en esa pequeña librería me esperaban: El mago de Michael Scott (2008) y La historia más bella del hombre de André Langaney, Jean Clottes, et all (1999). Todavía no entro a esas casas-textos, pero ya toqué sus puertas y, desde ahí adentro, me han dicho que ya me sienta huésped porque en sus habitaciones la calidez no es posesiva. Después vendrá la maravilla de estar aquí junto a grandes personalidades… Bueno, me reservaré algunos nombres para escribir para ellos, en el ahora de un después.
Monterrey, Nuevo León.
Mayo 27 del 2010.
Ayer, después del taller, tenía inquietud de ver un filme: “el poema que salva” puesto que lo vi anunciado en un Cinépolis mientras nos transportábamos del Novotel al TEC. Deseaba verlo (todavía sin tener ninguna referencia respecto a su contenido) puesto que lo imaginé pleno de la maravilla del horizonte poético; porque, en efecto, soy testigo viviente del poder rescatador de la poesía.
Monterrey, Nuevo León.
Mayo 27 del 2010.
Ayer, después del taller, tenía inquietud de ver un filme: “el poema que salva” puesto que lo vi anunciado en un Cinépolis mientras nos transportábamos del Novotel al TEC. Deseaba verlo (todavía sin tener ninguna referencia respecto a su contenido) puesto que lo imaginé pleno de la maravilla del horizonte poético; porque, en efecto, soy testigo viviente del poder rescatador de la poesía.
Mientras caminaba rumbo al filme, el Cerro de la Silla me salió al paso con un traje tan nuevo como lo imposible-posible y más que mostrarse como una silla yo vi que en su cúspide resaltaba dos personas en diálogo. Si me hubieran preguntado sobre qué nombre ponerle a esa montaña, si me hubieran tomado en cuenta en ese tiempo originario, en efecto, lo hubiera nombrado: Cerro del Diálogo. Y, por supuesto, como siempre pretendo experimentarme cual dialogante ético: me tomé una foto junto a él soñando con venir muy pronto a subirme en cada cima dialogante de sus componentes discursivos; porque las montañas –está demás decirlo—son maestras y no siempre lo son quienes regresan con un título de Harvard. Sí, en un hoy que ha de venir, primero me subiré a los hombros de una de sus personas para poder meterme en sus zapatos; luego: al subir a hombros y zapatos de la otra, le diré en una de sus orejas cuanto me agrada su distinción en la multiplicidad y ( no es lo mismo decir distinción en la unidad que distinción en la multiplicidad: ¿cierto?) se lo diré en poema. Y después con los brazos en alto gritaré lo que en mi libro El viaje que no elegimos escribí sobre LIBERTAD.
Al llegar al Cinépolis y leer la sinopsis del filme comprendí decepcionado que no cumplía mis expectativas. Como no entré a ver esa cinta, no puedo hacerle una crítica que valga, mejor me prendí de Violines en el cielo (recomiendo este filme) y desde ese prendimiento, después llegué a una colonia llamada Country Sol para constatar el lugar donde comienza el ascenso a lo que aquí nombré el Cerro del Diálogo (y no importa que se le siga llamando cerro de la Silla): ¡Oh!: ¡Sentí ganas de llorar! y mejor me incliné ante su majestuoso encanto y el cerro me dijo: ¡Vuelve otra vez!
Al llegar al Cinépolis y leer la sinopsis del filme comprendí decepcionado que no cumplía mis expectativas. Como no entré a ver esa cinta, no puedo hacerle una crítica que valga, mejor me prendí de Violines en el cielo (recomiendo este filme) y desde ese prendimiento, después llegué a una colonia llamada Country Sol para constatar el lugar donde comienza el ascenso a lo que aquí nombré el Cerro del Diálogo (y no importa que se le siga llamando cerro de la Silla): ¡Oh!: ¡Sentí ganas de llorar! y mejor me incliné ante su majestuoso encanto y el cerro me dijo: ¡Vuelve otra vez!
En este instante fecundo por instante, son las once trece de la mañana y el profesor Ricardo López nos está recordando que vamos a replicar este taller con los profesores de nuestro propio Campus. Agradezco al profesor Ricardo la gentileza de su recordatorio; pero, me niego a replicar algo si no lo vuelvo parte mía y esta perspectiva me trae el futuro en este hoy y ya me miro en el proceso de ajustar el taller a mi propia altura.
A las 7: 10 me devolveré a Guadalajara junto al profesor Pablo Ayala quien es el director del Departamento de Formación Humanística y Ciudadana de nuestro Campus. Es agradable conversar con este profesor porque no se comporta como señorcito. Señorcito es por ejemplo aquel imbécil-orgulloso que mientras pasa por un pasillo o ocupa un lugar entre los otros, su corporalidad lo delata “holgazán tierno” --la expresión es de I. Kant-- o "Chango orgulloso.”--lo había ya remarcado F. Nietszche-- (¡Oh, cerro del diálogo-cerro de la silla: intercede por mí ante la vida para que yo quiera siempre estar entre montañas como tú y nunca con señorcitos!).
Mas o menos A las 7:10, pues, me encontraré en la panza del estrecho avión que, en verdad, no por ser estrecho deja de ser una maravilla desgastándose para que cumplamos nuestros proyectos. (Cuántos de los viajeros serán ¿padrotes de la muerte? (la expresión padrote de la muerte es de mi paisano Jaime Sabines y es un amigo que de vez en cuando junto a su tía Chofi, baja del más allá a tomar conmigo algunas tazas de café en el más acá) y, ¿cuántos viajarán desde la altura de Sócrates: libre de las imposiciones del mundo acostumbrado a lo vil y cobarde?
Faltan unas horas para experimentarme entre las cosas y los seres de mi departamento. Pero mi casa soy yo y ahora estoy aquí considerando que el profesor Galo Bilbao está aterrizando el taller sin imponerse como suelen hacer los imbéciles. Y desde aquí, antes de partir, ya me veo comiendo cabrito en el restaurante “El Rey del cabrito” y disfrutando de una amarga-bella cerveza porque antes de estar aquí o allá: soy alteridad.
Bibliografía que mencioné en este escrito:
Lévinas, Emmanuel. La realidad y su sombra. Madrid: Minima Trotta, 2001.
Langaney, André; Clottes Jean, et all. La historia más bella del hombre. Cómo la tierra se hizo humana, Barcelona: Anagrama, 1999.
Scott, Michael. El mago. Los secretos del inmortal Nicolás Flamel. Barcelona: Roca editorial de libros, 2008.