Por Martín Mérida
Francisco de
Asís se volvió pobre ente los pobres. No obstante, según consta en documentos
históricos comprobables, el conde Orlando de Chiusi, del Casentino (que si bien
--como afirman los principales biógrafos de Francisco-- un poco se le recuerda
hasta hoy en día, por su amistad con él y no por conde ni por Chiusi ni
Casentino) tanto lo admiraba que le regaló una montaña (la montaña Alverna) en
cuya parte más alta posee 1283 metros. ¿Por qué Francisco acepta semejante
regalo si su proyecto fundamental de vida fue estar en la pobreza?.. Humm:
tengo certeza (conozco con considerable profundidad el proyecto de vida de esta
magnifico más que ser quien, dicho sea de paso, es patrón de los movimientos
ecológicos y de la búsqueda de la democracia) que nuestro Francisco aceptó tal
montaña muy ajeno a las ambiciones mercantilistas y recibiéndola para
convertirla en refugio dónde encontrar a Dios tanto él, como quienes le seguían
renunciando a las riquezas. Porque no olvidemos lo de su pasión por buscar al
Padre de Bondad en las partes elevadas y llenas de rocas como las propias de
los Apeninos italianos. Apeninos llenos de sitios excepcionales para quienes
habían devenido existencias con profundidad de espíritu. Sí, Francisco aceptó
tal regalo, en principio porque valoraba la amistad del conde Orlando (y esta
aceptación es muestra de su no rechazó a alguien por su posición económica) y
porque tenía claro cómo una montaña, en verdad no pertenece a nadie, como el
agua es de todos. Y al aceptarla, sólo la estaba liberando para pedirle permiso
a la propia montaña de en ella encontrar a Dios de especial manera y no con la finalidad de
situar ahí el inicio de una cadena hotelera o erigir un lugar para los
desencuentros.
La montaña Alverna, famosa en parte por la cueva donde le son
otorgados los estigmas a Francisco y también (por otra parte) porque muchos
seres, de gran espíritu, dentro de esa cueva escribieron admirables tratados
espirituales hasta hoy sosteniéndose como de innegable trascendencia.
Pero, no nos confundamos:
Francisco de Asís renunció a la riqueza económica, más no a la que ofrece la
vida donde late el misterio profundo. Francisco pudo, incluso, si así lo
hubiera deseado, vender la montaña Alverna (mejor conocida como el monte
Alverna aunque sabemos: una montaña también puede ser un monte; tan es así que
a la montaña Everest se le conoce como el monte Everest) renunciando a sus
principios y traicionando tanto al Padre de Bondad como a sus hermanos de
congregación y, con estas acciones, regresar a la mismidad como cuando vivía en
casa de su papá (don Pedro Benardone) quien era uno de los mercaderes más
prestigiosos de Asís. En efecto, Francisco el pobrecillo (como se le conoce) era un alma grande. Y es a él, mi hermano Francisco de Asís (patrón de mi ciudad de
nacimiento: Motozintla, Chiapas, y no sólo de los movimientos democráticos y ecológicos) a quien ofrezco este pequeño escrito por ser
hoy 4 de octubre de 2016, día en que conmemoramos su trascendencia de este
mundo para pasarse a vivir a la montaña más alta que siempre fue y seguirá siendo su casa.
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