miércoles, 26 de febrero de 2014

LA MÚSICA NO ES RACISTA, NI EXCLUSIVISTA Y MUCHO MENOS ANTISEMÍTICA

Ese regalo que se llama música se vuelve más regalo cuando, quienes la emiten, son expertos en hacer que el cuerpo de los oyentes se mueva guiado por su  corazón. Se mueva como sucedió con la  mayoría de quienes escuchábamos el jazz israelí proveniente del ya universal grupo Marsh Dondurma en el patio de la explanada de Expo-Guadalajara y durante el sexto día de transcurrir la Feria Internacional del Libro 2013. En efecto, el constante fondo de marcha y comparsa de ese Jazz estremecedor, me hizo recordar que todos estamos en éxodo y en esa transición nada hay mejor que el sonido de instrumentos de viento  --entre otros instrumentos-- pregonando la alegre esperanza de vivir sin racismo, exclusión ni antisemitismo. Porque, ese regalo cuyo nombre es música, a través de nuestro grupo de jazz, en cuestión, se volvió bálsamo de recodarnos la posibilidad de  habitar un mundo cuya felicidad esté basada en el respeto y la justicia. Por ello hoy, después de algunos meses transcurridos, luego de la clausura de la fiesta de los libros, me brota decir: Agradezco tu existencia Marsch Dondurma y le doy un abrazo a  la noche del 5 de diciembre de 2013, porque me supo conducir al foro FIL donde se efectuó el milagro de haberte conocido.
Amigos:
¡Gracias por su musical corazón!


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