Résumé.
miércoles, 6 de abril de 2011
"De paisajes infinitos" ("D’infinis paysages.")
sábado, 26 de marzo de 2011
Para no navegar en el “Titanic planetario". (”Pour ne pas naviguer à bord du “Titanic planétaire” ).
Résumé.
miércoles, 16 de marzo de 2011
Sobre LA IMPORTANCIA DE NO VERLO CLARO del autor Rubert de Ventós.
Cuando recién inicié mi maestría en Filosofía y Ciencias Sociales, en el ITESO, la profesora encargada del curso propedéutico nos pidió la lectura del primer capítulo del libro escrito por Xavier Rubert De Ventós (2004): Por qué Filosofía.

Pretender verlo todo claro y tener respuestas para todo, es una necesidad compulsiva y neurótica de quien no ha aprendido a reconocer sus límites como queda ilustrado en el capítulo en cuestión con el ejemplo de Mafalda y Susanita, donde la segunda responde a una sentencia, dicha por la primera, con una respuesta embustera, pero con pretensiones de ser superior a la primera. (La caricatura de Quino que muestro a continuación, viene incluida en el libro de Rubert de Ventós).
Contrario a estas tendencias, se erige el proceder filosófico; proceder que requiere de humildad y valentía para no ceder a las falsas seguridades: “llegar a poner en contacto lo que sabemos con lo que sentimos, lo que pensamos con lo que hacemos; es desconfiar de las explicaciones que satisfacen, arriesgarse a menudo a ver más, o menos, de lo que quisiéramos ver.”

miércoles, 16 de febrero de 2011
Algo sobre la luz desprendida del poemario "Alucinacimiento" de Julio César Aguilar.

Al abrir el libro de Julio César, la luz perteneciente a todos los tiempos me hizo renacer la experiencia obtenida hace algunos años mientras aprendía una milenaria técnica Zen, de curación oriental, cuyo centro es la poesía (y los haikús –no olvidemos— tienen fundamentación en la sabiduría Zen). Aprendizaje que me valió la burla de algunos “filósofos” indiferentes a la sabiduría oriental como si lo imposible de caber en su cajón de seguridades, pudiera ser desechado en un basurero del logos. No obstante, a decir verdad, vi en el trasfondo de esos rostros burlones el miedo platónico ante lo distinto (miedo a las voces no asumibles en lo Uno).
En efecto, quienes no saben del poder de la poesía jamás podrán abrevar la luz para atisbar lo innombrable.
“dios eres tú
mas no todo filósofo
es un poeta"
En los poemas nacidos del árbol Alucinacimiento no encontramos una convocación a meramente estudiar objetos ni para adentrarnos en juegos de palabras propios de holgazanes. Aquí, sólo hay motivos para vislumbrarnos a partir de la innegable alteridad que constituye al poeta Julio César Aguilar quien, con exquisita sensibilidad, ha dedicado su libro a la memoria de su abuelita Soledad Zúñiga Álzaga, sabiendo que cuando la injusticia se convierte en perro ansioso de mordernos, los abuelos (dicho sea de paso: Matsuo Basho es uno de los abuelos de los poetas que nos señalaron por primera vez la rama haikú; rama del árbol poesía) aún desde el más allá nos defienden con lengua de manantiales, astros y flores.
“A la memoria de
Soledad Zúñiga Álzaga
—mi abuelita—
por su sabiduría elemental”
El poeta Julio César Aguilar muestra con sus versos, respetuosos de la altura de los otros, que la faena poética no apunta a lugares comunes

Cada haikú comprendido en Alucinacimiento no lleva el sentido de producir seguridades ni respuestas en el orden del ser filosófico; antes bien, el poeta Julio César ha sembrado, en este libro, flores abiertas para resignificar el mundo.
“entre los sueños
hacen su realidad
los soñadores”
El trabajo poético explicito en el poemario Alucinacimiento está basado en el constante desbaratamiento de las verdades preestablecidas y, por lo tanto, insisto, ni uno sólo de estos poemas puede quedar apresado en la racionalidad que rebuzna, porque Julio César Aguilar muestra de manera lúcida que el poeta no es sirviente de nadie ni de nada. Antes bien, el poeta alejado del pragmatismo del mundo tecnificado, nombra a la naturaleza y su manera de nombrarla (como hicieran los sabios Zen) dignifica a la vida. Lo anterior, está por demás decirlo, se puede constatar en el poemario Alucinacimiento donde se sugiere que la actitud poética apunta a no dar nada por determinado. En este sentido, la poesía es una reconstrucción de la realidad que nos proporciona el miramiento necesario para habitar el mundo con oídos atentos. Y, por ello, el poeta sugiere:
“mientras los muertos
a sus muertos sepultan
vivir la vida”

domingo, 6 de febrero de 2011
Mi encuentro con Maru y Fefo (o algo sobre Uruguay en Guadalajara, Jalisco, México).
Estas joviales existencias nacieron en Uruguay, pero se trata de existencias cosmopolitas-éticas; es decir, aprendieron con el poeta Mario Benedetti la noción de patria:
Quizá mi única noción de patria
sea esta urgencia de decir Nosotros
quizá mi única noción de patria
sea este regreso al propio desconcierto.
Aprecio a Maru y a Fefo aunque sólo se instalaron en mi refugio unos días para contarse con los dedos de una mano; sólo unos días de este enero lúcidamente enropado en el 2011 (únicamente unos días sí, pero vuelvo a sentir: la eternidad se vive en un instante si --sin veleidosidades-- nos lo proponemos). Aprecio a estos uruguayos porque en algún instante de sus vidas posibles (la frase instante de sus vidas posibles, se la pedí prestada a mi amigo Mario Benedetti que desde el mas-acá-allá-más, me dijo: Tomála vos botija chiapaneco) volvieron a ser niños. Los aprecio –re-insisto-- como a todos a quienes sin miedo nombro amigos. Y porque, apreciables lectores, ese volverse niños es una empresa tan filosóficamente vedada para señorcitos y señorcitas enfrascados en una conciencia moral acomadada en la edad de los injustos, que uno puede darse cuenta de manera sobrada: los señorcitos y señorcitas viven la libertad como imposible y ahí nomás quedarán enterrados junto a sus cacharros.
Estos más que seres humanos (porque, ¿cuántos de quienes se dicen gente son en verdad humanos?) llamados Maru y Fefo, residen en Uruguay. Y Uruguay, como sabemos, fue cuna de indígenas tapes, arachanes, charrúas, chanaes, y guaraníes.
Me refiero a indígenas inmortales porque –lo afirmo de manera comprometida-- uno puede ver en el trasfondo de ojos uruguayos, abiertas ventanas europeas donde –gracias a la vida—nos encaran los indígenas. Creo que el escritor Eduardo Galeano, el venturoso viajero de escribir “Las venas abiertas de América Latina”--- estará de acuerdo conmigo; si así no fuera, pues puede hacérmelo saber para responderle con uno de sus escritos de “El libro de los abrazos”.
Maru y Fefo, con sus diferencias y coincidencias, se manifiestan con intereses propios de personas cuya opción es la inteligencia sentiente. Cuando dialogan, la carga emotiva deriva en política; pero, aunque uno no esté de acuerdo con algunos de sus centros y ángulos (no estar de acuerdo, a veces, con ciertos argumentos de los otros, es trayecto normal en el curso que atraviesa el horizonte posibilitador de la dialéctica) lo importante es el devenir revelándose en el diálogo; proceso delatándolos como corporalidades abiertas a aceptar la alteridad. En resumen: se trata de personas ya con vuelos de viajeros con la talla de Friedrich Wilhelm Heinrich Alexander Freiherr von Humboldt.
Me sentí muy bien con las presencias de Maru y Fefo y les ofrecí las habitaciones del corazón. ¿Acaso hay otras?.. Pero sobre el inmueble situado frente a un parque arboleado, pues les di las llaves a fin de que la libertad siga siendo libre. El inmueble, donde suelo habitar en horas para escuchar, es bello porque lo ahí reunido tiene el sentido de mi estar existiendo con la palabra libertad impregnada en todo su fondo y sus colores. Y lo que estoy existiendo (mi identidad narrativa sobre la que soy testigo ante Dios y ante quien se me pegue la gana. Me refiero aquí a mi identidad jamás cerrada y que seguiré construyendo, de ser posible, más allá de la muerte) no posee cerraduras. Mi verdadera casa soy yo. Lo anterior suelo ahora decírmelo en imperativo dentro de la resonancia del silencio: ¡Mi verdadera casa soy yo! En efecto, haber realizado ese sencillo, pero tremendo descubrimiento, sin falsa postura intelectual, me hace brotar la sonrisa. Y aquí debo reconocer que quien me guío a efectuar ese descubrimiento es mi amigo defensor de los Derechos Humanos: David Fernandez Dávalos, quien es un acompañante de Jesús el liberador (un auténtico jesuita, pues), quien con sus actos subraya que, como los niños, no vino a este mundo a hacerle al tonto.
Algunas veces acompañé a Maru y a Fefo en travesías (el viaje a Tapalpa fue excepcional y estuvo lleno de enigmas y milagros) vividos como acontecimientos experimentados con mi corporalidad situada tanto en el ahora, como en mi amanecer que recibió y sigue recibiendo aprendizaje de la noche más fuerte que la esperanza.
Antes de terminar mi escrito, también agradezco a la antropóloga Astrid Pinto Durán (antropóloga comprometida con las causas justas en estos tiempos del crimen) por presentarme a personas casas para el recibimiento y no inmuebles con apariencias de gente. ¡Ah!.. También saludo con alegría a Mario un ex-jesuita que a decir de Maru y Fefo es una super-persona y fue quien, a la antropóloga Astrid, hizo la revelación de sus uruguayas presencias.
Un abrazo a mis lectores (en este dos mil once suman más de seis mil quienes me han visitado en mi casa blog: ¡Aleluya!). Un abrazo sin ambages ni cortapisas.
miércoles, 29 de diciembre de 2010
Jesús, ¿quién eres tú?. ( A propósito de Navidad).
Transcurría aproximadamente el año 1124 cuando, según la tradición cristiana, el poeta, defensor de la ecología, Francisco de Asís, el burgués que se hizo pobre y cambió de piel para convertirse en un revolucionario del amor al Reino de Dios, inició la representación del pesebre de Belén en Greccio, Italia, diciéndole a un buen hombre: “Si quieres que celebremos en Greccio esta fiesta del Señor, vete y haz presto los preparativos como yo te digo; porque intento hacer una representación del niño que nació en Belén, de modo que se vea corporalmente como fue reclinado sobre el pesebre (1). Sin duda, el poeta Francisco

A propósito de la Navidad con horizonte mercantilizado, Pablo Latapí en el periódico Excelsior del 12 de julio de 1975, con severa actitud preguntaba: “Al típico hombre de hoy ¿llega la Navidad?”. Este intelectual mexicano responde que la Navidad en su verdadero sentido sólo pertenece a los hombres auténticos y profundamente religiosos. Es curioso, los típicos hombres de hoy, emboscados de tecno-mercancía, también se preocupan por construir nacimientos

adornándolos de múltiples artificios, entre los cuales se destacan los foquitos que se encienden y apagan; foquitos muy lejos de simbolizar a las estrellas que quizás nos conducirían a una necesaria reflexión sobre el misterio del universo

y tal vez nos llevarían a exclamar como el Físico-filósofo-místico, Albert Einstein: “La emoción más hermosa y profunda que podemos experimentar es la sensación de lo místico. Es la semilla de toda ciencia verdadera. Aquel que es ajeno a esta emoción, que no puede maravillarse y quedar sobrecogido de terror, está de hecho muerto...” (2) Foquitos o flores de pascua que de escucharlas bien podríamos percibir que nos gritan: ¡Muere y vuelve a nacer!, porque “si el grano de trigo no muere, no da fruto” (Juan 12, 24).
En muchas partes, una gran multitud traerá a sus casas el heno y el musgo de los árboles para erigir el pesebre. ¿Acaso para honrar la sencillez y la moderación?.. ¿O sólo para decorar y de esa manera estar a la usanza decembrina? ¿Para qué despojar árboles de su hermosura si nuestro corazón está hipnotizado por el consumismo y somos indiferentes a encontrarnos presos de las maquinaciones de los dueños del desarrollo económico global y nos importa “un comino” sabernos seres que obnubilan lo esencial, como bien nos enseñó el extraordinario escritor Antoine de Saint-Exupery

Es penoso observar a empobrecidos tirar a la basura sus endebles aguinaldos; da coraje saber a los enriquecidos olvidados de la viuda, del huérfano, del que gana un salario indigno, del encarcelado, de quien se debate en la crueldad del hambre, del ciudadano que sin ton ni son es asesinado en la calle; etcétera.
Próximo a ser rebasado el primer decenio de esta era cifrada en la violencia, celebraremos el acontecimiento más sorprendente sobre la tierra (al menos para la tradición cristiana; claro): Dios que se hizo hombre para nacer entre los pobres. Sí, En el fugaz 25 de diciembre de 2010, celebraremos 787 (setecientos ochenta y siete años) de simbolizar, año tras año, el nacimiento del niño Dios en el pesebre de Belén, quizás sólo para sublimar la impotencia de no tener el coraje suficiente de mirarnos con honestidad y, por fin, hacer del mundo la fiesta verdadera. La fiesta donde se derrumben muros y cada quien se quite los gusanos obtenidos en el sepulcro llamado establishment para levantarnos revitalizados como Lázaro bíblico (que no creo se haya enojado por vivir nuevamente) para alabar, por fin, al sol, al agua; a la magia y riqueza verdadera de todas las maravillas naturales. Bien preguntaba el viejo Whitman en su Canto de la Tierra que Gira: “¿Dejarás que se pudra en ti tu propio fruto?/ ¿Lo dejarás agazaparse y hundirse?.”
Duele ver el Reino de Dios atacado por malévolos que desearían dejarlo en un paréntesis. Duele ver el Reino de Dios desechado por millones de gente como fábula o basura. Duele ver el Reino de Dios que pretenden partir quienes están partidos por partidos políticos acostumbrados a la traición y al crimen. Duele encontrar la Navidad reducida a navidería o a mero intercambio de regalos donde no existe el corazón. Duele ver expresiones navideñas envueltas en el sentimentalismo y romanticismo que no conducen a Dios. Pero el Reino de Dios que es como un ya está aquí pero todavía no, canta y vibra porque tiene la fuerza de lo que no puede explicarse sólo mediante la razón y porque (siguiendo otra vez al viejo Whitman en el poema citado):
¡Quien quiera que seas!
Es para ti hombre o mujer
Que el sol y la luna penden del cielo,
Pues nadie más que tú es presente y pretérito,
Pues nadie más que tú es la inmortalidad.
Lector apreciable: como ya te diste cuenta, la intención de mi reflexión pretende despertar en ti, en mí y en todos, el sentido verdadero de la Navidad por si lo hemos perdido. Si así no fuera: ¡Alabado sea pensar actuar y vivir!.. Pues como nos indica el filósofo y teólogo brasileño, Leonardo Boff: “…Ante el pesebre, con el niño entre el buey y el asno, la virgen y el buen José, los pastores y las ovejas, la estrella y las profesiones, la naturaleza, las montañas, las aguas, el universo de las cosas y de los hombres, todo se congracia y se reconcilia ante el Recién nacido” (3).

Lector, apreciable, si por casualidad mis letras te parecen desatinadas, no está demás seguir el consejo del corrupto rey Herodes (4): “Vayan y averigüen

Citas:
(1) Florecillas de San Francisco. Ediciones paulinas. México, 1978. pp. 254.
(2) L. Barnett. El Universo y el doctor Einstein. F.C.E. México 1973. p 95.
(3) Boff, Leonardo. Jesucristo el liberador, Sal Terrae. España, 1995.pp. 170-171.
(4) Misal. 1995, Obra Nacional de la Buena Prensa. México, 1994, p.25.

miércoles, 3 de noviembre de 2010
Los niños son más que personas completas (mi experiencia en la carrera Cartoon para Niños 2010 y algo sobre el Día de Muertos entre otras maravillas).
Llegado el domingo, 31 de octubre, Yarik quiere correr los dos kilómetros destinados para niños a partir de 6 años. En efecto, se trata de la Carrera Cartoon 2010 para niños. ¿La decisión de Yarik es un capricho de niño pequeño?.. ¡No! Y aunque a veces también es caprichoso, Yarik nació con poder de determinación y defiende su libertad psicológica como verdadero guerrero. Dicho sea de paso, ya habla con mucha claridad y resonancia la lengua castellana aunque a veces cambia la letra “r” por la “t” como cuando dice catatina en lugar de catarina. Su “No” es poderoso y por ese “No”, me cae requetebién aunque a veces nos ponga en crisis y sobresalte a la madre que es una de mis grandes amigas.
Me encanta el No de Yarik, pero también su Sí porque, poco a poco, va entendiendo que lo defendible no es la afirmación o la negación, sino la razón (el espíritu diría Hegel, pues para este filósofo --que no es un perro muerto-- espíritu y razón son lo mismo). Pero, por supuesto, tampoco se trata de defender a la razón por la razón sino porque, gracias a ella, podemos encontrar fundamentos (y no terquedades ni dogmatismos) para permitirnos vivir con mayor libertad. Por otra parte, no habría autodeterminación siguiendo siempre las imposiciones del mundo. Yarik, en esta pequeña historia que vengo compartiéndoles, ya se autodeterminó para correr los dos kilómetros y le prometí apoyarlo. ¡A-Já!: con mi determinación también tajante para realizar este proyecto, pude explicarle a una de las administradoras de la carrera nuestra no inscripción a tiempo y aunque este acto ya no es posible, le digo casi con sorna que hemos decidido correr porque la calle es libre y es una de las bellas conquistas ciudadanas. La administradora ríe en lugar de enojarse y me da su consentimiento. Pasado ese instante, le pido a un padre de familia cuyo hijo ya corrió, que me preste el papel con su número (la carrera se efectúa por determinados grupos de niños, pues son miles los dispuestos a correr junto a sus padres) ese señor acepta y otro padre de familia me proporciona el cordón para sujetar al niño; cordón que no utilizamos.
La carrera está a punto de comenzar y Daira, de siete años y hermana de Yarik ya está lista junto a su mamá de nombre Itzia. Antes, he efectuado algunos ejercicios de calentamiento con esta niña también con capacidad autodeterminante. ¿Fue ella quién desató el deseo de su hermano por también correr?.. ¿Sintió envidia Yarik y por eso está dispuesto a correr?.. No lo sé, ¿pero acaso no muchas veces son los otros quienes nos persuaden a ser mejores que buenos?
La carrera empieza y, como era de suponerse, nos vamos quedando rezagados, pues los pasos de un niño de año y medio no son equiparables a los de 6 o 7. No me importa, yo corro junto a Yarik imitando sus pasos. Afuera de la pista y entre la gente, corren también Goran y Ketti,
nuestros amigos de Macedonia, quienes nos van tomando fotografías.
Al llegar al primer kilómetro tomo entre mis brazos sólo un ratito a este niño de gran voluntad. No me pidió que lo abrazara, pero le noté sufrimiento. Corro de esta manera con él sólo hasta volver a alcanzar a la tropa. Luego, lo bajo nuevamente y, poco a poco, pasito a pasito, nos aproximamos a la meta. Cerca de la meta la gente se emociona al ver al competidor más pequeño de la carrera y se nos aproximan una gran cantidad de personas con cámaras y aparatos filmadores. Yarik se pone serio, pues no está acostumbrado a ese tipo de acontecimientos. Le pido no hacer caso a esa distracción y que mejor cantemos la canción “Huitzi, huitzi araña”. Y así lo hicimos.
Dos días después –el día de muertos-- me vuelvo a reunir con mis amigos: Itzia, Daira, Ketti, Yarik y Gora (nos hizo falta Julien Collado, pero por unos días este amigo, también gran atleta, tiene que guardar reposo a causa de una leve enfermedad ) para visitar a los muertos en el cementerio cercano a mi trabajo.
El cementerio se llama “Recinto de la paz” y durante el día llevé a mis estudiantes y amigos a quienes imparto la materia de “Ética, persona y sociedad” en el Tecnológico de Monterrey, campus Guadalajara (la visita efectuada, junto a mis estudiantes, fue tan estupenda que hasta cantamos junto a una banda).
Entrada la noche en el cementerio,
Este último razonamiento de Yarik me dejó dándole vueltas a toda la noche. Bueno, algún día yo también querré una tumba con rehilete y juguetes tal como vio Yarik que poseían los niños muertos al menos en este cementerio cercano al TEC de Monterrey.Pero antes de tener una tumba todavía quiero hacer tumbos tales como correr más maratones completos y ocasionarles a quienes están acostumbrados a humillar, algunós desenmascaramientos. Sí, porque en efecto, correré otra vez el maratón completo a realizarse en Guadalajara el próximo domingo y en unas pocas semanas, en Grecia. Y, por su parte, Yarik sin duda ya es poseedor de un capital persuasivo para seguir corriendo por la vida. A propósito de correr, Francisco Santoyo, uno de mis estudiantes -como dejé explicado al principio- elaboró un filme brevísimo pero interesante. Así es, pues a veces, como tarea en mi clase sobre Ética, Persona y Sociedad, suelo pedirles determinados videos que no duren más de dos minutos. Y, con permiso de Francisco, enseguida lo expongo. (Pero si encuentra dificultades para ver la pantalla completa del video, puede darle un clikc al siguiente título: "Siempre hacia enfrente").