Amanecía. Y al realizar los movimientos
propios de tender mi cama: alcé el edredón de tal manera que ese movimiento pasó a rozar las pequeñas
imágenes en bulto sobre los Reyes Magos. Imágenes que adquirí en la parroquia
de Cajititlan, Jalisco. Por fortuna las figuras son de fierro y no se
quebraron, pero Gaspar por primera vez
se desatornilló de la base compartida con sus congéneres. Así, al tratar de
atornillar a Gaspar para ajustarlo a dicha base, me acordé que hoy, seis de enero de 2016, es justo el día de
Reyes Magos. Y junto a este acordarme reviví un especial encuentro con ellos en
mi infancia. Encuentro vuelto el regalo más fino y maravilloso proporcionado
por esos seres espíritus a pesar de no haberme
traído el juguete de mis deseos. En efecto: en un sobre de papel manila,
más o menos grande, me dejaron un dibujo de sus presencias. Dibujo pintando con
acuarela. Y fue tan fantástico el regalo, que en este momento me encuentro
experimentado los movimientos de mi corazón cuando descubrí el prodigio: ¡Los
Reyes Magos --esos seres sobrenaturales pero reales—se habían tomado la
molestia de hacer un dibujo sobre ellos mismos pensando en mí! Y en ese dibujo
estaban plasmadas sus palabras hechas con letras muy parecidas a las de mi
madre: “Para Martín, un niño muy especial.”
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