La compañía de
fumigaciones SPIDER no pudo cazar al ratón que todas las mañanas trotaba sobre
el plafón del techo de las oficinas del Departamento de Física de Materia
Condensada, y concluyeron su trabajo arguyendo que los sonidos eran ajenos a
seres de este mundo. Escépticos a explicaciones sobrenaturales, algunos
profesores olvidados del ratón empezaban a traducir esos ruidos como parte de
un fenómeno normal para la Física Cuántica; hasta que Estefanía, la encargada
de limpieza, se le ocurrió traer un gato que, ni tardo ni perezoso, bajó del
plafón con el ratón más grande nunca antes visto en la Escuela Superior de
Física y Matemáticas “Johannes Kepler”.
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