Es 2 de
julio y Dios de vivir en mí saluda a Dios de vivir en ti, y te da un abrazo de
cumpleaños en este día que hasta la Sirenita de los Ríos (junto a otras
presencias de maravilla) ha sacado sus instrumentos musicales y se ha puesto a
tocar honrando tu nombre y perfumando los corazones trayendo todo el espíritu
de la selva, mientras se enciende la letra de la canción compuesta por Artur
Mena:
“Sirenita de
los ríos
danza danza
con el viento.
con tus
flores y aromas
perfumas los
corazones.
Cura cura
cuerpecitos,
limpia limpia
espirititos
…”
Y, al
unìsono de este icarito, te asomas a mi ventana vuelto colibrí blanco, con
tintes cafés claros en el extremo de tus alas y con un mechón violeta con
frecuencia áurica color índigo. Tu presencia colibrí dura unos instantes, luego
entras a mi casa como un ser de luz que siempre ha sido grande en bondad.
Querido
amigo: ¡Gracias por haber nacido en un día como hoy, 2 de julio, con clara
vocación de ser estrella divina.
Con tu
presencia aquí, enciendo una veladora frente al altar agradeciendo porque Dios
te hizo (y tú aceptaste) sencillo, leve, flexible, íntegro, bueno… Sí, así
fuiste desde recién nacido hasta el día de tu trascendencia a los 22 años, el
20 de julio de 2014. En efecto, Fernando Esteban, no necesitaste entrar a ningún
atardecer de la vida para que te cayera el veinte y así, por fin, llenar tu
vida de sentido en consecución de lo que vale la pena (horizonte este último:
“llenar la vida de sentido en el atardecer de la vida” tan proclamado por el
Dr. Wayne Ryder en el libro y/o película “El cambio.” ¿Te acuerdas?... Te
acuerdas, por supuesto, que hasta dices imitando a Dr. Wayne: “Siempre se está
a un sólo pensamiento para el cambio”).
Con tu
presencia en esta fiesta de afirmación de la vida por tu cumpleaños, viene el
incienso a quien acompañamos ahora tanto con el icarito “de Guardians,” como
con el tambor y las sonajas.
Amigo
Fernando Esteban:
Tu cuerpo
astral subió al cielo hace cuatro años para continuar siendo Guía, Maestro y
amigo desde donde todo es posible, pues se trata de la dimensión de la Casa del
Gran Creador.
Ahora, al
escribirte, pido nos ayudes a nunca tomar opciones mediocres obnubiladas por la
competencia, la envidia, el poder que corrompe... Y todo lo de sonar a ser
serviles cómplices de los imperativos sociales de pronto perder la memoria del
otro. En este horizonte, te agradezco recordarme otra vez a Jiddu Krishnamurti
como cuando dice:
"It is no measure of health to be well asjusted to a profoundly sick
society."
¡Gracias por
cumplirle a la vida y vencer a la muerte, Fernando Esteban!
NAMASTE
Martín
Mérida
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