En algunas ocasiones suelo emplear la
meditación, también en el salón de clases, en el horizonte de estar alerta del
mundo interior, exterior y del poder creador, tal como nos lo sugirió Fritz
Perls, el fundador de la terapia Gestalt.
Fue así como hace cuatro años en el curso de verano sobre “Ética,
persona y sociedad” en el Tecnológico de Monterrey, campus Guadalajara, en una de las primeras sesiones realicé un
viaje de meditación cuyo objetivo consistía en descubrir el libro que cada quién estaba tejiendo con
su vida (la meditación se titula “El libro de mi vida”). Luego de este ejercicio, lo más sorprendente
fue encontrar en el salón de clases a un muchacho para quien la meditación era
una práctica cotidiana y este horizonte compartido fue el principio empático
para tener el honor de conocer a través de la maravilla de la amistad la existencia de luz llamada Esteban Larrinaga Robles. Por ello, hoy 8 de julio de 2014, fue un regalo descubrir la
fotografía subida al Facebook por Cecilia Robles, donde me encuentro tumbado y meditando, mientras Esteban acompaña la meditación tocando no sólo para el perrito. ( ¡No sabía de la
existencia de esta fotografía!). Esta imagen fotográfica, reitero, es un regalo
porque con mucha claridad hoy escucho esas notas musicales desprendidas de la
amónica de Esteban a quien, a su vez, miro siendo transportado por el mar (sin
imágenes de angustia) a un más allá que, bien mirado, es también un más acá si nos adentramos en el
proceso meditativo de darnos cuenta. Por ello, hoy quiero dedicar un poema a mi
genial amigo, cuyo corazón y proceder siempre estuvieron caracterizados por las
virtudes de lo mejor de los niños: la libertad, la espontaneidad y la
creatividad. En efecto, escribí el poema “El niño y el mar hace once años (poema que en el 2003 incluí en mi libro “El
país de la mirada. ” Libro de poemas editado por la Universidad de Nayarit y
Literalia Editores). Poema sobre el cual hoy puedo expresar, sin lugar a dudas, que siempre fue dedicado a Esteban Larrinaga
Robles.
EL NIÑO Y EL MAR
Dedicado a Esteban Larrinaga Robles.
In
Memoriam.
El
niño sueña un tesoro
Sólo
con burbujas de agua
El
niño se vuelve buzo
Sin
protector en la cara
Sus
manos son dos estrellas
Dice
un señor pez espada
Un
tiburón se acongoja
Un
pulpo llora una lágrima
El
niño en el mar se adentra
El
sol no quiere perderlo
Lo
busca con su linterna
Dibuja
en la roca un mapa
Se
hace pez de la guarda
En
complot con las mojarras
Un
lobo marino aúlla
Una
canción de cuna
El
niño en la tierra duerme
Su
gato a sus pies lo imita
Sopla
la ventana el viento
Su
perro ladra que ladra
El
niño encuentra el tesoro
Lo
abre y se escucha el mar
Una
ballena blanca
dibuja
en su piel la hazaña
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