I
Más acá
el mar forja la rosa
mientras un atardecer escribe
Y ni siquiera Kant podría traducir sus páginas
Sin embargo uno a veces se pone a sufrir
Mientras escribo
Un viejo grita como buscando la lámpara de Aladino:
¡Tamales! ¡Tamalitos calientes! ¡Compre Tamales!
Albert
¿Quién se cansaría de contemplar el mar?
Afuera el rojo juega con las nubes
Pero hoy prefiero escribirte
El reverso apremia
Y pretende pisotear la luz
No es una desgracia la pobreza –insistes–
Y el sol viene a mí vuelto papalote
Y llevo su hilo como conducir mi cuerpo
Y lo insostenible se puede sostener
A pesar de la peste
De la tecnología de quienes no quieren ver
II
Existe el corazón
Lo siento cuando contemplo
Pero es necesario desnudarse
Hundirse en el mar
Olvidar horizontes
Para que el polvo
se convierta en sal
Albert
Hoy regresé del mar
Hoy sudo de mar
¿Hoy fue mi boda con la tierra?
III
Bastante pobres somos y necesitados de palabras
Más como tú sólo pretendo describir lo extraño
Y tampoco necesito nombrar a Dionisio
En el mundo de horizonte puñetero
IV
Albert
Como tú he visto el límite de pueblos devorados
Aunque no conozco Argel
Donde “se abre el cielo como herida”
Aquí
Aún hay hombres
Delfín
Serpiente
Maíz
Tigre
Elefante
Colibri
Águila
...
Que no se exhiben
como algunos hacen actos de fe
V
Albert
Mi cuerpo es cierto
Y se burla de la muerte
Porque siempre debe morir
Para ser mi cuerpo
VI
Hoy Sísifo reconoce la montaña
Hoy viven sombras
“Porque es necesario conocer la noche
Y levantar las rocas”
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Mérida, Martín. (1999). El milagro de tu voz distinta. Guadalajara, Jalisco, México: ITESO, pp. 95-98.
Maroc : « La monarchie est moins crainte et plus populaire. Mais cette
désacralisation n’a pas mené à la démocratisation »
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