El sentido de casa como metáfora, sobrepasa la mera construcción arquitectónica y bien puede hacer referencia a los ideales de
justicia y respeto para cuidarnos los
unos a los otros. Debido a ello, más que por razones estéticas (que también
cuentan) cambiar los muebles de manera oportuna cuando dejan de responder a la
magnitud de la casa, es la mejor opción. Y si la casa alude al mundo
universitario, pues está por demás recordar: lo topológico nunca debe
condicionar lo pedagógico. En efecto, y en relación con lo aquí expuesto: al
regresar de mis vacaciones vividas en Chiapas, experimenté alegría al constatar
nuevas sillas en los salones de clases en el Tec de Monterrey, campus Guadalajara, mi lugar de trabajo (sillas dispuestas tanto a mejorar la
comunicación, como para laborar con mayor fluidez en equipo). Así, mientras el
antiguo mobiliario iba siendo desalojado: recordé el libro del filósofo
latinoamericano Leonardo Boff: "El águila y la gallina. Una metáfora de la
condición humana". Trotta, Madrid, 1998,
donde, entre otras preciosas consideraciones, establece un símil entre
muebles y decorado con la moral, y la casa como ética (ethos) hasta llegar a
considerar que cuando muebles y decorado
no compaginan con la casa, comienzan a convertirse en una molestia a quitarse
para no vivir en permanente zozobra donde, gracias a lo anquilosado, se
hace imposible respirar calidez y plenitud. Así, cuando la moral se vuelve vieja
a fuer de actualizarnos estamos convocados a transformarla, para no convertirla
en torpe moralismo. Moralismo con su
carga de consecuencias atentando contra la dignidad humana.
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