A través del espejo fragmentado de la realidad postmoderna podemos darnos cuenta que, desde antes de Christine de Pizan, conocida como unas de las primeras mujeres expertas en letras, pasando por Suzanne Erker quien, en las inmediaciones de Praga, dirigió una fábrica de monedas; hasta llegar más allá de la escritora Rosario Castellanos (bien llamada, aún después de muerta, como “La mujer que sabe latín”) nos encontramos en este aquí, del año 2009, con el trato proporcionado a la mujer traduciendo la magnitud decadente de los horizontes de mundo. Decadente porque como nos remarcó Paulo Freire (1995: 29-69) : nadie puede oprimir sin ser al mismo tiempo oprimido y la historia muestra la dialéctica en clave monstruosa de múltiples desprecios hacia lo femenino. Desprecios como puertas que se cierran pero que, por fortuna, no pueden impedir el movimiento de apertura de otras posibilidades, porque en nuestro ahora la mujer profesionista (cuando no vive deseosa de venganza imposible de sobrepasar la inversión del orden del poder opresor) muestra nuevas maneras de acontecer productoras de lumbre de justicia. Desde esta perspectiva y en el horizonte que no condena al amor, nos explica la filósofa Simone de Beauvoir (1981: 871):
"Es necesario, entre otras cosas, que, por encima de sus diferencias naturales, hombres y mujeres afirmen sin equívocos su fraternidad."
En la foto: Simone de Beauvoir.
"Es necesario, entre otras cosas, que, por encima de sus diferencias naturales, hombres y mujeres afirmen sin equívocos su fraternidad."
En la foto: Simone de Beauvoir.
Si menciono en este escrito a la realidad postmoderna como espejo fragmentado, es para hacer alusión no sólo a sus múltiples fisuras; sino también a las crisis por ellas producidas dentro del mundo sosteniéndose en clave falocrática y sobre el que, no sólo mujeres profesionistas, lanzan su protesta a veces transparentando golpes, heridas y cicatrices. En efecto, si el escritor Víctor Hugo (quien en su obra novelística remarcó varios perfiles de lo femenino) viviera en nuestros días de crisis postmoderna y se le pidiera una descripción de la mujer contemporánea, con mucha probabilidad, guardando las distancias y considerado matices distintos propios de nuestra época, haría casi el mismo retrato de la mujer tal como la puso en escena en 1862 en su novela “Los Miserables.” Novela donde se lee cómo la mujer es convertida en medio para que el macho logre lo perverso[1]. Pero, ese gran autor, diría lo mismo de los hombres pasando por una cadena de seres hasta desembocar más allá de los peces. Sin embargo, en las formas de utilización nos haría sentir a la mujer como el ser a quien se le impone el yugo más terrible en sutiles formas de minimización. Y si este genio de la escritura eligiera sustentar sus palabras en alguna teoría ética, tal vez nos haría sensibles al abandono de la tierra porque, como es evidente, la tierra se pronuncia en femenino.
El autor de Los miserables no pasaría por alto la evidencia sobre lo concerniente a que, si bien en este siglo un considerable porcentaje de mujeres han realizado conquistas permitiéndoles salir al mundo de manera autónoma: las relaciones entre mujer y varón no parecen (salvo excepciones) alejadas de la forma de poder culpable de ocultar lo humano ahí donde reaparecemos como meros socios de contrato; porque más allá de pertenecer a determinado sexo, todos somos realidades necesitadas de recibimientos propios de proyectos cimentados en justicia solidaria. Por fortuna, la mujer profesionista (si, como se ha dicho tantas veces, profesión también significa inembargable responsabilidad hacia los otros) desde los escenarios propios de los distintos gremios de especialización, puede defender las causas contra cualquier forma de violencia impuesta a sus congéneres.
El autor de Los miserables no pasaría por alto la evidencia sobre lo concerniente a que, si bien en este siglo un considerable porcentaje de mujeres han realizado conquistas permitiéndoles salir al mundo de manera autónoma: las relaciones entre mujer y varón no parecen (salvo excepciones) alejadas de la forma de poder culpable de ocultar lo humano ahí donde reaparecemos como meros socios de contrato; porque más allá de pertenecer a determinado sexo, todos somos realidades necesitadas de recibimientos propios de proyectos cimentados en justicia solidaria. Por fortuna, la mujer profesionista (si, como se ha dicho tantas veces, profesión también significa inembargable responsabilidad hacia los otros) desde los escenarios propios de los distintos gremios de especialización, puede defender las causas contra cualquier forma de violencia impuesta a sus congéneres.
A propósito de la novela Los miserables: hace más o menos nueve años, a partir de un sueño, escribí el poema inspirado en el personaje Cosette y es parte de mi poemario El país de la mirada (2007: 77). Cosette es un poema que volví a leer en el foro --dedicado a Simone de Beauvoir-- sobre La mujer rota[2] durante la Fería internacional del libro (FIL) 2008 en Guadalajara, Jalisco. Poema que aquí les comparto:
Cosette con rumbo al agua
niña
lo incomprensible se hace manos
llega
donde sólo eres cosa
Su nombre es Jean-Valjean
y su destino
no sólo fue crearse en Victor-Hugo
Llegó hasta mi escritorio
y en su costumbre de dar con su mano marcada
me regaló el siglo XIX
mientras terminaba el XX
Cosette que te detienes frente al bosque sombrío
niña
lo incomprensible espantará demonios
Me lo dijo en el sueño
Y despertó en el espejo cuando dije quererte
abrió mi corazón
y con la tijera hecha braza se puso a escribir ahí adentro
como sembrar lágrimas
Cosette
el peso del mundo yace en el cántaro del agua
Niña
brotaste y te ha dado por mirarme
Te digo no soy Marius
Y afirmas que escribí Los miserables
de un tomo inexistente
niña
lo incomprensible se hace manos
llega
donde sólo eres cosa
Su nombre es Jean-Valjean
y su destino
no sólo fue crearse en Victor-Hugo
Llegó hasta mi escritorio
y en su costumbre de dar con su mano marcada
me regaló el siglo XIX
mientras terminaba el XX
Cosette que te detienes frente al bosque sombrío
niña
lo incomprensible espantará demonios
Me lo dijo en el sueño
Y despertó en el espejo cuando dije quererte
abrió mi corazón
y con la tijera hecha braza se puso a escribir ahí adentro
como sembrar lágrimas
Cosette
el peso del mundo yace en el cántaro del agua
Niña
brotaste y te ha dado por mirarme
Te digo no soy Marius
Y afirmas que escribí Los miserables
de un tomo inexistente
Y para terminar este escrito, recomiendo la lectura del libro de poemas La mujer rota. Libro que hospeda a más de trescientos poetas (provenientes de casi todo el mundo) con sus poemas dedicados a la mujer y donde también soy participante.[3]
[1] En la novela Los Miserables (2007) también se proyecta el alma de una época donde la mujer se encuentra sometida a las decisiones de los hombres enceguecidos por el machismo. Léase, sobre todo, el caso de Fantine, la mamá de Cosette.
[2] Con respecto al Foro internacional La mujer rota puede leer, en la siguiente línea electrónica, una entrevista realizada por Léty Bárcenas: http://www.oem.com.mx/elheraldodechiapas/notas/n957812.htm
[2] Con respecto al Foro internacional La mujer rota puede leer, en la siguiente línea electrónica, una entrevista realizada por Léty Bárcenas: http://www.oem.com.mx/elheraldodechiapas/notas/n957812.htm
[3] Si desea leer mis poemas incluidos en este libro, sólo dele click a la siguiente línea electrónica
http://lamujerrota.blogspot.com/2008/04/martn-mrida.html
http://lamujerrota.blogspot.com/2008/04/martn-mrida.html
Bibliografía
DE BEAUVOIR, Simone. (1981). El segundo sexo. Madrid: Aguilar.
FREIRE. Paulo,(1995). La pedagogía del oprimido. Madrid: Siglo XXI.
HUGO, Víctor, (2007). Los miserables. Madrid: Plaza edición.
HUGO, Víctor, (2007). Los miserables. Madrid: Plaza edición.
MÉRIDA, Martín , (2007). El país de la mirada: México: Literaria Editores. Segunda edición.
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