miércoles, 5 de octubre de 2016

LOLIS



El viento, aunque magnánimo de rebasar su fuerza de lo que estamos acostumbrados, me concedió permiso de esparcir hacia los lugares sagrados del Padre de Bondad, las partículas de estrellas de tu hijo, mi amigo-hermano Fernado Esteban Larrinaga Robles. En efecto, el viento al principio parecía impedir, en la parte más alta de nuestra amada montaña Iztaccíhuatl, sostenernos de pie mientras el frío casi congelaba nuestras gargantas de tal manera que era difícil pronunciar sonidos. No obstante, pidiéndole permiso a nuestro hermano Viento me incorporé sin experimentar ningún sentimiento de miedo... Y más bien, escuchando desde la fuerza del misterio que también soy viento, inicié la ceremonia de esparcimiento de partículas de estrellas con palabras precisas y llenas de luz venidas desde lo alto y no solamente de mi cerebro (al Gran Creador doy gracias). Y mis amigos estudiantes, y los alpinistas de gran altura, respondían de pie, y sin miedo, con excelso corazón, desbloqueando sus gargantas de los grados de frío bajo cero:

¡Fernando Esteban!; ¡Gracias por existir y bendecirnos desde la luz de la montaña más alta!

Recibe un abrazo grande, Lolis.

Martín Mérida 





















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