martes, 4 de octubre de 2016

A FRANCISCO DE ASÍS QUIEN, HABIENDO RENUNCIADO A LAS RIQUEZAS, ACEPTÓ COMO REGALO LA MONTAÑA ALVERNA. IN MEMORIAM


                                                                                                  Por Martín Mérida




Francisco de Asís se volvió pobre ente los pobres. No obstante, según consta en documentos históricos comprobables, el conde Orlando de Chiusi, del Casentino (que si bien --como afirman los principales biógrafos de Francisco-- un poco se le recuerda hasta hoy en día, por su amistad con él y no por conde ni por Chiusi ni Casentino) tanto lo admiraba que le regaló una montaña (la montaña Alverna) en cuya parte más alta posee 1283 metros. ¿Por qué Francisco acepta semejante regalo si su proyecto fundamental de vida fue estar en la pobreza?.. Humm: tengo certeza (conozco con considerable profundidad el proyecto de vida de esta magnifico más que ser quien, dicho sea de paso, es patrón de los movimientos ecológicos y de la búsqueda de la democracia) que nuestro Francisco aceptó tal montaña muy ajeno a las ambiciones mercantilistas y recibiéndola para convertirla en refugio dónde encontrar a Dios tanto él, como quienes le seguían renunciando a las riquezas. Porque no olvidemos lo de su pasión por buscar al Padre de Bondad en las partes elevadas y llenas de rocas como las propias de los Apeninos italianos. Apeninos llenos de sitios excepcionales para quienes habían devenido existencias con profundidad de espíritu. Sí, Francisco aceptó tal regalo, en principio porque valoraba la amistad del conde Orlando (y esta aceptación es muestra de su no rechazó a alguien por su posición económica) y porque tenía claro cómo una montaña, en verdad no pertenece a nadie, como el agua es de todos. Y al aceptarla, sólo la estaba liberando para pedirle permiso a la propia montaña de en ella encontrar a Dios de especial manera y no con la finalidad de situar ahí el inicio de una cadena hotelera o erigir un lugar para los desencuentros.

La montaña Alverna, famosa en parte por la cueva donde le son otorgados los estigmas a Francisco y también (por otra parte) porque muchos seres, de gran espíritu, dentro de esa cueva escribieron admirables tratados espirituales hasta hoy sosteniéndose como de innegable trascendencia.

Pero, no nos confundamos: Francisco de Asís renunció a la riqueza económica, más no a la que ofrece la vida donde late el misterio profundo. Francisco pudo, incluso, si así lo hubiera deseado, vender la montaña Alverna (mejor conocida como el monte Alverna aunque sabemos: una montaña también puede ser un monte; tan es así que a la montaña Everest se le conoce como el monte Everest) renunciando a sus principios y traicionando tanto al Padre de Bondad como a sus hermanos de congregación y, con estas acciones, regresar a la mismidad como cuando vivía en casa de su papá (don Pedro Benardone) quien era uno de los mercaderes más prestigiosos de Asís. En efecto, Francisco el pobrecillo (como se le conoce) era un alma grande. Y es a él, mi hermano Francisco de Asís (patrón de mi ciudad de nacimiento: Motozintla, Chiapas, y no sólo de los movimientos democráticos y ecológicos) a quien ofrezco este pequeño escrito por ser hoy 4 de octubre de 2016, día en que conmemoramos su trascendencia de este mundo para pasarse a vivir a la montaña más alta que siempre fue y seguirá siendo su casa.




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