sábado, 25 de julio de 2020

SOBREVIVIENDO LEJOS DE LA CIUDAD DE CAÍN EN ESTOS DÍAS DEL 19 COVID


                        Por Martín Mérida



Volveré a vivir aun cuando en mis escombros dejé lo que se imponía del mundo adorador de maletas y artículos de decir en sus marcas Made in en la ciudad de Caín. Ciudad a la que sólo los muertos a causa del covid-19 han escapado. No obstante muchos hoy sobrevivan en el más allá del más acá, de ciudades donde todavía pretende imponerse la globalizadora ciudad de Caín. Por ello, hoy, 25 de julio de 2020,  en la calzada de las canoas del barrio san Antonio de la ciudad de Motozintla, Chiapas, México, mientras caminaba rumbo al gimnasio, le he preguntado al profesor Librado Alas, luego de responder a mi hola:
  --¿Hemos sobrevivido porque estamos ya muertos?
  --Todavía hay vivos de llevar la cicatriz de Caín aún en este más allá, porque para ser sobreviviente primero es necesario morir. Acuérdate: no es lo mismo vivir que sobrevivir. Humm. Hay también  quien se resiste a  la  evidencia de haber muerto para sobrevivir, y se cree vivo --añadió el profesor, de apellido de origen sefardí quien, hasta hace cuatro meses,  me daba prestados sus libros sobre filosofía estoica. En el último libro  prestado todavía no devuelto, Sófocles dice desde su “Moderación en el duelo”: “Esforcémonos para que el recuerdo de los seres que perdimos se nos vuelva apacible y alegre.”

Al entrar al gimnasio del más allá en el más acá me sorprendió ver al filósofo Lucrecio como instructor. Filósofo quien me expreso, mientras me dictaba una rutina de ejercicios:
  --Martín, ten cuidado porque aún en este más allá “hay gérmenes de numerosas sustancias que nos dan vida, y, al contrario, es innegable que vuelan por el aire muchos gérmenes de enfermedad y de muerte".
  --¿Y cómo hacer para que en esta ciudad no me sorprenda la ciudad de Caín  pretendiendo imponerse todavía?..
   --Cuando quiera imponerse con la fuerza de tu mente experimenta todo al revés  --aseveró el  filósofo jesuita zaragozano Baltasar Gracián quien se encontraba, a corta distancia, ejercitando las piernas (porque “más vale el buen ocio que el negocio”). Jesuita zaragozano de añadir: Si te encuentras en Motozintlacuando intente imponerse la ciudad de Caín, manifiesta con resolución: estoy en Altnizotom. Si en París: camino en Sírap. Si en un negocio como Ahurrerá: compro en árerruhA, en la iglesia: me reúno en la aiselgi, si hablas con Dios: hablo con soiD; etcétera. Pero ten cuidado con los palíndromos –concluyó.

Ya en mi refugio, dentro del café Kurimael, ubicado en Altnizotom, Sapaihc, Ocixém, de pronto me encontré escribiendo  esta vivencia en una arodatupmoc.