domingo, 24 de abril de 2011

Jesús, poeta defensor de la dignidad.

Cerca de la Semana Santa y dentro de unos de sus días leí dos libros sobre Jesús. Además de volver a leer el libro de poemas que escribí como consecuencia de la pasión de Jesús de carne y mundo (libros que recomendaré al final de este escrito). Ahora, persuadido por mi búsqueda, las lecturas y la astmósfera de estos días de abril, voy a escribir aquí sobre Jesús quien al efectuar alguna enseñanza muchas veces eligió la poesía para no malbaratar la palabra y no ser parte de los que pretendiendo decir mucho sólo justifican, con su vocinglería, su matar a la vaca o el jalarle la pata. Jesús quien fue también capaz de hablar con su silencio, porque siendo poeta siempre supo que el poeta también habla con sus acciones. Y el Galileo hizo del tema de la justicia solidaria la expresión de su visión y pasión. Extraordinario fue este hombre en quien, según explica la teología cristiana, Dios se hizo hombre y el hombre se hizo Dios, porque lo ordinario es el orden cargado de normas que no garantiza consecuencias dignificantes. Extraordinario porque el milagro consiste no en evadir la vida sino, como el mismo Jesús dejó planteado, que todos podamos tener vida en abundancia. Proyecto que, en nuestro ahora, nos lleva, de manera imperiosa, entre otras cuestiones de carácter también urgente, al tema de lo injusto en la distribución de los bienes y a dilucidar las causas que lo han generado porque en nuestro país, siguiendo los datos del CONEVAL, en el 2008 aparecen 50. 6 millones de pobres a la baja y 19. 5 millones de personas en la miseria. Situación por demás injusta si consideramos que unos pocos multimillonarios a precios descarados nos rentan los medios para seguir vivos. Si Jesús viviera en nuestro tiempo, con toda seguridad no elegiría ser un monopolista ni sería un rentista de los oligarcas acostumbrados a dar gato por liebre. Si Jesús viviera en nuestro tiempo lo constataríamos como un combatiente no violento, pero activo en orden a cambiar el horizonte que no sabe mirar el rostro de quienes sufren. Porque Jesús cuando habló lo hizo desde los empobrecidos, los hambrientos, los presos y de "todos los que tienen hambre y sed de justicia"; al respecto, si a alguien le parece ingenuo que en la actualidad se pueda combatir sin violencia para lograr causas justas, recomiendo que se revise la historia del alcalde Sergio Fajardo que logró transformar el rostro de Medellín, Colombia, actuando con principios. Él (doctor en matemáticas) y otros de sus colegas se dieron cuenta que estaban cansados de los ladrones profesionales con su manera de hacer política. Cansados pero entreviendo que, si se lo propusieran, los políticos tienen el poder real de hacer grandes beneficios a las comunidades necesitadas de justicia. Sergio Fajardo es de los pocos latinoamericanos que después de haber cumplido con un cargo político puede ir por las calles mientras la gente murmura: “Ahí va el mejor alcalde de Medellín; el alcalde honesto."

Junto a S. Fajardo y mis estudiantes de "Ética
persona y sociedad", luego de la conferencia del
propio S. Fajardo, dirigida a los jóvenes, el 14 de abril
en el TEC de Monterrey, Campus Guadalajara.











En resumen, para no perder el hilo de mis palabras y tomando en cuenta que reina el puritanismo en muchos de los que se dicen cristianos, es necesario subrayar que a Jesús le importaba satisfacer el hambre real de los pobres de este mundo, así como sanar sus heridas. Opción que tomó aún sabiendo que podría ser asesinado, pues con sus actos desafío la torpeza de quienes aplican la ley sin medir consecuencias. Actos que lo convertirían en reo de muerte para el sistema político-religioso de su tiempo. Al respecto, considero buena opción leer los libros (que al principió de este escrito expresé que recomendaría) sobre el Galileo asesinado por su opción hacia los necesitados de justicia integral. El primer libro, titulado La Ética de Cristo (2008) fue escrito por José María Castillo quien de manera sencilla por profunda, critica el modelo antropológico que subyace en las estructuras del mensaje transmitido por los “religiosos” dónde el Dios del deber (contrario al Dios transmitido por Jesús, porque el Dios del Galileo es el de los necesitados) nos cala hasta los huesos y nos lleva a las más estúpidas realizaciones.

“Porque como ya he dicho, el desde dónde se habla es una de las cosas que más influyen en lo que se quiere transmitir” (Castillo, 2008: 43).

El segundo libro Jesús el Galileo. Doce nuevas cartas (2009) lo escribió David Fernández Dávalos, y se trata de un libro donde brota la presencia de Jesús que no se impone; Jesús quien está fuera de los juegos de poder y actitudes megalómanas. Libro donde el autor, con un lenguaje diáfano, nos narra cómo a través de sus vivencias ha experimentado la presencia del resucitado.

“Creo que las nuevas ideas y concepciones sobre Dios y acerca de la fe
deberían irnos permeando de la misma manera que el calor y el sol: progresivamente, con dulzura y sosiego. Porque, por supuesto, poner en cuestión lo que hemos creído en la vida, la fe que nos ha sostenido en el trayecto recorrido, nos hace violencia y provoca naturalmente una fuerte sacudida vital, como si del asalto a una fortaleza se tratara. Pero una vez que el corazón se ha abierto, la paz debe llegar y un nuevo edificio ha de comenzar a edificarse. La promesa de Jesús es inequívoca: sólo la verdad nos hace libres” (Fernández, 2009: 101).

El tercer libro, pues se trata de mi poemario: La pasión según un hombre cualquiera (2002).
Libro que escribí en una etapa por demás crítica de mi existencia y donde la pasión de cualquier hombre es parecida a la de Jesus de carne y mundo. De este libro les ofrezco aquí un poema:



Pedro

No quiero hablar de Pedro ni de su negación
En verdad deseo referirme al gallo
Duende parlante desde antes del lenguaje
Maestro de música del cromagnon
Cierra sus ojos para cantar poesía
Y sentir su sangre caliente como el sol
Por ello su lira nos hace recordar
Pedro es sólo un hombre que no quiere morir
El gallo es un poema
fiel a su escritor.

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Bibliografía:

Castillo, José María. (2008). “La ética de Cristo.” España. Desclée de Brouwer.
Fernández Dávalos, David. 2009). "Jesús el Galileo: Doce nuevas cartas." México. Lupus Magister.
Mérida, Martín. (2002). “La pasión según un hombre cualquiera”. México. Mantis Editores.


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