Si nuestros horizontes
intencionales de pensamiento lo permitieran, razonando de profunda manera,
llegaríamos a darnos cuenta que somos todos hermanos. Y, por consecuencia, la frase “todos somos hermanos” (que bien
puede sonar a “religión”. Corrijo: no suena
a religión, es religión. Y es que, amigos y compañeros de esta casa común que
llamamos mundo, no hay de otra. En
efecto: querámoslo o no, estamos religados. ¿No?.. Humm… Sí. Al respecto,
quienes están peleados con el horizonte religión, incluso en su fundamental
versión ----e infinidad de veces sin revisar la cuestión---- brincan
como demonios cuando alguien dice “Todos-somos-hermanos“). Debo aclarar, al mencionar la palabra religión no estoy hablando aquí
necesariamente de instituciones religiosas;
aquellas que si dejaran de hacerse idiotas en remolinos de estupideces, como el
burro tras la noria, y se centraran en ser mediadoras de justicia junto a su
maravilla ritual, otro gallo le cantaría al mundo. Claro: acostumbrado a actuar
como neandertal, quien no ha aprendido a ser humano para cantarle como otro
gallo al mundo, las razones egocéntricas le salen a flote con todo y sus
efectos destructivos. Y, en mucho, por ello, nos cuesta comprender que somos
animales políticos. Ante esa fatal incomprensión, aunque le demos vuelta a la
cuestión política y recibamos cursos de
política, e incluso los impartamos y escribamos grandes tratados para luego
terminar siendo miembros activos de las
farsas democráticas, nunca nos posicionaremos de nuestro ser político si
no reconocemos (y hacemos vida) que originariamente política significó y
tendría que seguir significando relación hermano a hermano. Por ello, el
buenazo de Aristóteles (el filósofo de
Estagira, por supuesto y no cualquier Aristóteles) vituperó tanto a la
amistad. Al respecto, y como dice el
dicho que no sé quién dijo, pero está bien dicho: “Los amigos son hermanos que
viven en otra casa”.
No está demás aquí
recordar que para no caer en sociologismos (todo ismo resulta una porquería)
tendríamos que darle su lugar a la reflexión filosófica ante cualquier mirada
pretensiosa de la verdad. O ante un sucio arrebato de intelectualidad en “ensayos” sin fundamentos.
“Intelectualidad” que los listillos y listillas cobran por millones ante las
miopes miradas.
Bueno, además de lo que
aquí dije sin pretensión de tener la verdad (tengo derecho a hablar), para mí
resulta importante mostrar la foto donde aparezco con mi hermano Beto Cervera:
amigo con el que coincido sobre todo en la búsqueda y aprendizaje de
tradiciones milenarias de curación, como lo es la meditación; entre otros
horizontes; por supuesto.
Reciban un abrazo
fraterno de la fraternidad que busca “el cara a cara” en las relaciones
humanas.
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