miércoles, 29 de agosto de 2012

A propósito del premio Juan de Mairena 2012, concedido a la poeta Patricia Medina ( o breve reflexión sobre el mérito).


Una y otra vez el maestro Aristóteles (el de Estagira; por supuesto) expresó de manera contundente un razonamiento sosteniéndose al pasar de los siglos: “La grandeza no consiste en recibir honores, sino en merecerlos.”  Expresión a la que suelo darle vueltas junto a mis estudiantes al inicio de mis cursos de carácter filosófico y que, en mucho, ha servido para aminorar y a veces anular las pretensiones arribistas de los incapaces de posponerse para conceder paso a los argumentos de peso contra sus pretensiones: los egocéntricos.  En efecto, los actos propiciados por ego-céntricos no sólo suelen acontecer en un salón de clases o en círculos  literarios, pues cansa ver en la esfera política de nuestra realidad mexicana, a los enfermos de poder creyendo ser lo que no son y refirmándolo de manera imperativa con la obtención de méritos como se compran votos para ganar una contienda electoral; con la obtención de méritos sólo reconocidos por la pusilanimidad en la que por desgracia a veces eligen vivir miles de humanos. Al respecto y debido a que cada vez convergen en mis cursos estudiantes de diferentes nacionalidades, trato de traducir a sus propios idiomas la frase aristotélica, anteriormente citada, deseando lograr el efecto que, con seguridad, el estagirita tuvo cuando la pronunció con la fuerza del idioma griego que, dicho sea de paso, tiene 34 siglos de vivir. 
 
Pero hablando de quien recibe honores por sus méritos: siendo iguales en dignidad todos reaparecemos diferentes por el fondo de  nuestros logros; porque no  puede ser visto de la misma manera alguien que cruzó los territorios de la nada  y murió  para llegar a vivir y tener méritos basados en la  autenticidad,  que quien  lleva una vida inconsciente y se la pasa como vil testaferro dando atole con el dedo a los acostumbrados a lamer el suelo. En esta perspectiva, nadie en su sano juicio dría que Hitler es igual a Gandhi; ni que Patricia Medina, mujer de gran entereza, como lo constatamos quienes hemos tenido la ventura de conocerla, vale como poeta lo mismo que quien es capaz de pisotear la dignidad de los otros (y  su propia dignidad) con tal de ver su nombre en un cuadro de honor. Por consecuencia, celebro que también sobre la tierra recibamos a la  justicia no enferma de ceguera  para otorgarle honor a quien honor merece,  porque justo es que nuestra Patricia Medina haya sido reconocida con el premio Juan de Mairena que otorga la Universidad de Guadalajara,  tanto por la importancia local y universal de su obra  poética, como  por su  incansable labor en la difusión y enseñanza del género literario de ayudar a abrir más los oídos: la poesía. Verdades, estas últimas comprobables, en el modo de ser  mujer magnánima de Patricia Medina. Mujer que, para ayuda de muchos,  ha sabido conquistar su servicio. Y, al respecto, como explica Juan de Mairena de Antonio Machado y a quién de manera  merecida  lleva su nombre el premio aquí citado: La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero.”

Agradezco, pues, a Patricia Medina su existencia y su digna manera de ser persona, poeta y maestra. A ella y a todos quienes desde su propia trinchera luchan por un mundo cifrado en la justicia solidaria,  dejo aquí la canción "Honrar la vida" escrita por Eladia Blázquez y cantada por Mercedes Sosa. Mujeres que nunca habrán de morir:
 

1 comentario:

Rossana dijo...

Tuve el privilegio de estar en uno de los talleres de poesía de Patricia Medina, y es todo un honor saber que dentro de mí de alguna manera va germinando esa semilla que ella depositó hace ya tanto tiempo. Bien merecido, muy acertado el otorgarle el premio Juan de Mairena a tan gran poeta de la vida.