El Sol se levantó estirándose como hacen los gatos al despertar de algún sueño y, gracias a una cuerda invisible, lo invito a venir a jugar al pasillo de mi casa. El Sol, cuya cara es como la de Dante Alighieri, acepta con resplandecientes carcajadas. Y en esta ocasión trae una canasta llena de flores que regalará a mamá. Flores con formas de corazones pequeños y de color guinda. Balín, mi perro, le ladra de manera cariñosa. Sin duda le llama la atención el brillo de su ropa que lo agiganta.
Mamá Consuelo agradece las flores que el Sol le ha traído. Al tomarlas, en su mirada descubrí la inquietud por pronto terminar el arco de la Entrada de Flores que algunos parroquianos colocarán, mañana 4 de octubre, en la puerta principal de la iglesia durante la procesión dedicada al poeta San Francisco de Asís.
Mientras el Sol está concentrado observando las flores, en voz baja pregunto a mamá:
——¿Se caería el sol si al dormir se distrae y sueña, por ejemplo, con la luna llena?
——El Sol conoce el camino de los sueños.
——¿Y si le da resfrío?
——Entonces pide ayuda a los poetas.
——Mamá: el Sol duerme encendido y con los ojos abiertos: ¡Podría provocar un incendio!
——No te mortifiques, Martín, el Sol tendrá cuidado pues ama las montañas. Pero… « ¿El Sol y tú podrían ayudarme a pegar las flores de papel?» ——dice mamá con sonrisa de no forzarme a hacer lo que no quiero. El Sol y yo aceptamos.
El pasillo donde ahora me encuentro junto a mamá, el Sol y Balín; además de servir para jugar, también es un taller donde brota el asombro cuando miro a mamá crear flores de papel crepé y de China, para el día de muertos; o como cuando hoy hace brotar el arco de la Entrada de Flores en honor al poeta San Francisco de Asís. A mí me agrada Francisco por la historia sobre su renuncia a las riquezas para ser pobre entre los pobres y porque se le pegó la gana ser poeta. Tata chico, le decimos aquí en Motozintla. Pero cuando así le nombro, lo imagino en grandes pláticas con el hermano lobo; tal y como sucede en el poema: “Los motivos del lobo.”
Mañana vendrán temprano por el arco que ha llevado a mamá más de un mes en crearlo. El arco ya está casi totalmente decorado con figuras en forma de estrellas llenas de pequeñas flores de papel impregnado con diamantina. El Sol y yo nos apresuramos a pegar las que faltan. Mientras tanto, le explico que mañana saldré vestido de toro para danzar en la procesión donde procuraré situarme al lado de la escultura de Francisco porque quiero darme cuenta si el libro que el santo poeta porta en su mano derecha, es un volumen de poesía. El Sol me mira con la frente arrugada de reflexivo y, luego de unos instantes, dice: «Ojalá y quieras danzar toda la vida y no sólo porque ahora tienes siete años».
« ¿Por qué alguien no se viste de lobo en la procesión de mañana?» ——repentinamente pregunto a mamá y añado: «A mí me hubiera gustado un poco más vestirme de lobo en lugar de toro». «¡En el poema de Ruben Darío, Francisco se hizo amigo de un lobo!» «¿No?.. » Mamá me escucha y, mientras me mira a los ojos, expresa: «No estaría mal que salieras a danzar vestido de lobo para el próximo año». «Pero, por ahora, despídete del Sol, pues ha entrado la tarde».
Le pregunto al Sol si quiere irse a su casa mediante el túnel que de vez en cuando con un abracadabra suelo abrir en un rincón del pasillo. El sol bosteza mientras acepta. Balín y yo le decimos un hasta luego.
——Mamá: el Sol duerme encendido y con los ojos abiertos: ¡Podría provocar un incendio!
——No te mortifiques, Martín, el Sol tendrá cuidado pues ama las montañas. Pero… « ¿El Sol y tú podrían ayudarme a pegar las flores de papel?» ——dice mamá con sonrisa de no forzarme a hacer lo que no quiero. El Sol y yo aceptamos.
El pasillo donde ahora me encuentro junto a mamá, el Sol y Balín; además de servir para jugar, también es un taller donde brota el asombro cuando miro a mamá crear flores de papel crepé y de China, para el día de muertos; o como cuando hoy hace brotar el arco de la Entrada de Flores en honor al poeta San Francisco de Asís. A mí me agrada Francisco por la historia sobre su renuncia a las riquezas para ser pobre entre los pobres y porque se le pegó la gana ser poeta. Tata chico, le decimos aquí en Motozintla. Pero cuando así le nombro, lo imagino en grandes pláticas con el hermano lobo; tal y como sucede en el poema: “Los motivos del lobo.”
Mañana vendrán temprano por el arco que ha llevado a mamá más de un mes en crearlo. El arco ya está casi totalmente decorado con figuras en forma de estrellas llenas de pequeñas flores de papel impregnado con diamantina. El Sol y yo nos apresuramos a pegar las que faltan. Mientras tanto, le explico que mañana saldré vestido de toro para danzar en la procesión donde procuraré situarme al lado de la escultura de Francisco porque quiero darme cuenta si el libro que el santo poeta porta en su mano derecha, es un volumen de poesía. El Sol me mira con la frente arrugada de reflexivo y, luego de unos instantes, dice: «Ojalá y quieras danzar toda la vida y no sólo porque ahora tienes siete años».
« ¿Por qué alguien no se viste de lobo en la procesión de mañana?» ——repentinamente pregunto a mamá y añado: «A mí me hubiera gustado un poco más vestirme de lobo en lugar de toro». «¡En el poema de Ruben Darío, Francisco se hizo amigo de un lobo!» «¿No?.. » Mamá me escucha y, mientras me mira a los ojos, expresa: «No estaría mal que salieras a danzar vestido de lobo para el próximo año». «Pero, por ahora, despídete del Sol, pues ha entrado la tarde».
Le pregunto al Sol si quiere irse a su casa mediante el túnel que de vez en cuando con un abracadabra suelo abrir en un rincón del pasillo. El sol bosteza mientras acepta. Balín y yo le decimos un hasta luego.
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***Escribí la siguiente crónica sobre una de mis experiencias infantiles para el libro colectivo "Niños que se tragan la luna" donde participamos más de noventa escritores al aceptar la convocatoria de José Antonio, director de la editorial "EL cálamo".
Ahora el proyecto de José, es una realidad tan real que aquí muestro la portada:
Para mayores informes sobre el libro, te recomiendo entrar al sitio oficial de la editorial El cálamo:
2 comentarios:
Martin. ke buena anecdota citaste, esto nos enseña que los niños no pueden enseñar muchas cosas, que a pesar de tener tan poca edad pueden tener mas corage que nosotros que ya somos personas maduras.
Me pareció una anécdota super divertida, me encanto el coraje e Yarik que ni siquiera pidió que lo abrazaran y ademas admiro mucho a las personas que se toman el tiempo de escuchar lo que los niños quieren y toman en cuenta lo que dicen y piensan, normalmente para ser gratamente sorprendidos
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